Banco Central de Venezuela interrumpió parcialmente su política de opacidad

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Después de pasar cuatro años ocultando las cifras más importantes de la economía, el instituto emisor publicó las estadísticas que confirman la destrucción del aparato productivo y la hiperinflación que padece Venezuela

La data publicada demuestra que la actividad económica cayó antes del desplome de los precios petroleros y de las sanciones internacionales

Economistas sostienen que algunas bases de cálculos fueron modificadas para subestimar las estadísticas. Indicadores claves siguen ocultos

Transparencia Venezuela, 30 de mayo de 2019. Después de pasar cuatro años sin publicar las principales estadísticas macroeconómicas, el Banco Central de Venezuela decidió interrumpir parcialmente su política de opacidad y confirmar lo que la mayoría de los ciudadanos llevan tiempo sintiendo y padeciendo. El instituto emisor reconoció que la economía vive una depresión nunca antes vista en el país con una hiperinflación desbordada.

La tarde del jueves 28 de mayo el BCV confirmó que la economía venezolana ha perdido más de la mitad de su tamaño en los últimos 5 años. Precisó que entre el tercer trimestre de 2013 e igual período de 2018 el producto interno bruto cayó en 52%, una contracción que solo ha sido vista en países que han atravesado conflictos bélicos, según refieren especialistas en el área.

La data suministrada sorpresivamente por el BCV también refleja que los sectores más importantes para el país en términos de generación de riquezas y empleo han sido los más afectados. El sector petrolero, por ejemplo, que provee más de 90% de las divisas que ingresan a Venezuela tuvo una contracción de 47,4%, mientras que el sector industrial retrocedió 76,2% y el de construcción se desplomó en 95%. El único sector de la economía que no se contrajo en 2018 fue el sector minero.

Los datos publicados por el BCV contradicen el discurso del gobierno central que asegura que la crisis económica que padece Venezuela se debe al desplome de los precios del petróleo o a las sanciones impuestas por Estados Unidos. La economía comenzó a caer en 2013, mientras que los precios del petróleo empezaron a desplomarse en 2014 y las sanciones financieras de la administración de Donald Trump llegaron en 2017.

Los datos sobre balanza de pagos que habían sido escondidos por el BCV desde hace más de cuatro años también salieron a la luz. Las estadísticas publicadas demuestran que a partir del año 2013 las exportaciones totales han caído de forma sostenida (exceptuando 2017 cuando crecieron 24,18%). En 2013 las exportaciones cayeron 9,32%, el año siguiente bajaron 15,86%, en 2015 el retroceso fue 50,14% (presionadas por la caída de los precios del petróleo), en 2016 bajó a 26,41% y en 2018 fue 1,04%.

En el caso de las exportaciones petroleras, la contracción fue de 54,90% respecto a 2014, tiempo en el que comenzaron a disminuir los precios del petróleo. Vale destacar que en 2018 las exportaciones petroleras representaron 88,52% de las exportaciones totales lo que muestra lo dependiente que es Venezuela del sector petrolero y lo vulnerable que está ante shocks externos.

Entre 2012 y 2016 las exportaciones no petroleras cayeron de forma sostenida. Para 2016 las exportaciones no petroleras habían caído 73,99% respecto a 2011. No obstante, éstas se recuperaron en 2017 y 2018, creciendo anualmente 73,37% y 52,66% respectivamente.

Respecto a las importaciones, éstas disminuyeron de forma sostenida a partir de 2013 y hasta 2017; sin embargo, crecieron de forma sorpresiva en 2018 (23,65% respecto al año anterior). A pesar de que las importaciones del año pasado fueron superiores a las de 2017, cuando se comparan con 2014 se evidencia un desplome de 68,54%. Es importante señalar que el aumento de las importaciones en 2018 fue debido a un aumento de las importaciones petroleras de ese año.

El desplome en las compras internacionales y la destrucción del aparato productivo nacional explican en parte el desabastecimiento que han padecido los venezolanos.

La bienvenida de la hiperinflación

Los números publicados por el instituto emisor también reconocen que los precios registraron un incremento sin precedentes en Venezuela, lo que provocó que a finales de 2017 el país entrara en hiperinflación, una enfermedad de la que se conoce la cura desde hace bastante tiempo.

El BCV aseguró que la inflación cerró 2015 en 180,9%, al año siguiente se ubicó en 274,4%, en 2017 se elevó hasta 862,6%, mientras que en 2018 se situó en 130.060%. Pese a que la cifra del año pasado es alta, está muy por debajo de la estimada por la comisión de Finanzas y Desarrollo Económico de la Asamblea Nacional, que la calculó en 1.698.488,16%, en vista de que el instituto emisor había dejado de difundir las cifras.

Entre los rubros que registraron una inflación acumulada superior a la del promedio de 2018 se encuentran: alquiler de vivienda (486.684,53%), servicio de vivienda excepto teléfono (315.580,44%), bienes y servicios diversos (176.952,72%), salud (167.925,81), alimentos y bebidas no alcohólicas (143.786,92%) y transporte (134.238,28%).

De acuerdo con el ente, en enero de 2019 la inflación se ubicó en 196,6%, la cifra mensual más alta registrada en la historia económica de Venezuela. Aseguran que en febrero fue 114,4%, en marzo 34,8% y en abril 33,8%. La inflación interanual (abril 2018 – abril 2019) se sitúa en 282.972%.

Entre inconsistencias y deudas

Especialistas en el sector económico sostienen que la data de inflación publicada por el BCV está subestimada. Aseguran que las autoridades del ente modificaron el peso que le dan a los bienes que forman parte de la canasta con la que se calcula el índice nacional de precios al consumidor con la intención de que las cifras no fueran tan altas.

“Las cifras del Banco Centra Venezuela de 2018 están claramente subestimadas y ello puede obedecer al mayor peso que el ente emisor le imputa a los productos de las cajas CLAP en la canasta de bienes usada para el cálculo de la inflación. Eso es un error”, afirmó el economista y diputado de la Asamblea Nacional, José Guerra.

Además de la modificación en las bases de cálculo, en los datos del BCV aparecen algunas inconsistencias, como la que muestra que en 2018 los precios al mayor fueron 357.900% y los precios al consumidor 130.000%, cuando los primeros suelen subir menos que los segundos.

El BCV también dejó algunas estadísticas a medio publicar o en el olvido. El PIB por ejemplo, ya debería estar publicado hasta el primer trimestre de 2019, pero solo estuvo disponible hasta el tercer trimestre de 2018. En el caso del índice de remuneraciones, por ejemplo, solo se conoce hasta el cuarto trimestre de 2013.

Otro dato que vale la pena conocer directamente del BCV es lo referido a las ventas internas del oro, que se ha convertido en el salvavidas del gobierno ante la caída en la producción petrolera, pero de eso nada se sabe.

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