Transparencia Venezuela, 25 de marzo de 2019.- No es solo la cantidad, sino también la calidad. En el municipio Caroní las quejas relacionadas con el servicio de agua potable no se limitan a que “no llega”, sino a que el líquido que corre por las tuberías y sale de los grifos no cumple con las condiciones mínimas para el consumo.

Vecinos de San Félix dicen que en Manoa el agua llega con arenilla; en Luis Hurtado Higuera también es sucia; en Vista al Sol hablan de “agua amarillenta, cruda, sin tratar, no apta para el consumo humano” y en Vista Alegre han sufrido afecciones estomacales y de la piel.

Lo mismo sucede en Puerto Ordaz, donde habitantes de Alta Vista temen consumir el agua y en la parroquia Cachamay, específicamente en la urbanización Orinoco, se refieren a un líquido que es amarillento. Y así se repiten las denuncias en otras partes de Ciudad Guayana.

Pero no se trata de un tema del 2019. En redes sociales, especialmente en Twitter, los comentarios indican que se trata de un problema arrastrado por años. El 5 de abril de 2018, @IVANROMERO63 dijo que en varios sectores de Puerto Ordaz “el agua llega poca y sucia”.

El 30 de julio de 2017, con una fotografía de un vaso con un líquido turbio y amarillento, @rasimmg aseguró que “esto sale de los chorros de Puerto Ordaz”. El 28 de septiembre de 2016 @raus1948 destacó que “en Puerto Ordaz cada día el agua sale más sucia. Un vaso cristalino deja ver un color amarillo”.

El 26 de marzo de 2012, @derechanacional tuiteó: “Agua marrón en tuberías de Puerto Ordaz. Sale sucia” y el 15 de diciembre de 2011 @LeopoldoPerez1 comentó que “en Puerto Ordaz esa agua NO SE PUEDE TOMAR es sucia…pero además ahora es la más cara del país”.

De acuerdo con las guías para la calidad del agua de consumo humano de la OMS, “el color, la turbiedad, el material particulado y los organismos visibles pueden ser observados por los consumidores y pueden generar preocupación respecto a la calidad y aceptabilidad de un sistema de abastecimiento de agua de uso y consumo humano”.

Así como “los sabores u olores en el agua de uso y consumo humano pueden revelar la existencia de algún tipo de contaminación, o el funcionamiento deficiente de algún proceso durante el tratamiento o distribución del agua”.  

Agua “así como está”

Noris Cordero, secretaria general del sindicato de la Hidrológica del estado Bolívar (Hidrobolívar), dice que la orden es seguir suministrando el agua “así como está” y explica que la potabilización  depende de las decisiones que tome la directiva, siendo esto una constante en los últimos años.

Sin embargo, la empresa destaca lo contrario. En un tuit publicado el 13 de marzo de 2019, la Hidrobolívar señaló que “desde la gestión @JustoNogueraP garantiza que el agua está bacteriológicamente en los rangos que designa la normativa y en óptimas condiciones, la coloración se debe a sedimentos en las redes”.

El 26 de octubre de 2018 desde el Acueducto de Macagua, José Cedeño, inspector de calidad de Hidrobolívar, denunció que los tres módulos de tratamiento para la potabilización del agua tenían más de dos años fuera de servicio. “No se están dosificando los químicos para la potabilización del agua, no se está dosificando sulfato de aluminio, no se está dosificando cal hidratada”.

Agregó, con respecto al gas cloro, que es para eliminar las bacterias y hacer la desinfección del agua, que “el clorador está en estado crítico, consta de cinco cilindros y apenas se está utilizando uno, lo cual no es suficiente para cumplir con las normas sanitarias”.

Cedeño explicó que lo mínimo de cloro para la eliminación de las bacterias era de 0,5 mg/l  “pero apenas llega a 0,2 mg/l”. La información fue reseñada por medios locales y nacionales, entre ellos, Correo del Caroní y Caraota Digital.

Menos de dos meses después, de acuerdo con otro tuit de Hidrobolívar, publicado el 7 de diciembre de 2018, el presidente de la empresa, Gustavo Imeri “inspecciona dosificación de gas cloro y equipos de estación de rebombeo en Ac Puerto Ordaz para garantizar el proceso de tratamiento del vital líquido y distribución a las comunidades”.

Pero, en ese momento no hicieron referencia a la denuncia en el Acueducto Sistema Integral Macagua-San Félix.

En septiembre de 2014, precisamente después algunas denuncias formuladas, también por el sindicato de Hidrobolívar, y de acuerdo con información publicada por Correo del Orinoco, Lenny Moya, gerente de Control de Calidad de la empresa, habló de un monitoreo diario -cada dos horas- del líquido que entraba a las plantas y del que se suministraba a la población.

“Se realizan pruebas químico-bacteriológicas. Se aplica el tratamiento adecuado, en función de obtener niveles óptimos”, aseveró.

Un año y dos meses más tarde, en noviembre de 2015, Pastora Medina, vicepresidenta del Movimiento Ecológico de Venezuela, y el ingeniero químico Jorge Yánez, experto en materia de tratamiento de aguas, denunciaban ante los medios que en Ciudad Guayana no se estaban haciendo los procedimientos adecuados para la potabilización del agua y, por lo tanto, se estaba consumiendo cruda y con contaminantes.

Brote de hepatitis

Hugo Lezama, secretario general del Colegio de Médicos Seccional Guayana, explica que a través de las consultas públicas y privadas, ha recibido numerosos casos de pacientes con problemas gastrointestinales y enfermedades de tipo infectocontagiosas.

“Una de las causas más fáciles para transmitir enfermedades de este tipo, es a través del agua que llega por las tuberías”. Asegura que en el municipio se vive una situación “catastrófica” en lo que respecta al servicio de agua potable.

“Tenemos información extraoficial de que no se está tratando el agua como debe ser, tenemos información de que no tenemos disponibilidad de agua tratada, cumpliendo con los requisitos para que sea de consumo masivo”.

Señala que si bien es cierto “es muy riesgoso” hacer cualquier aseveración, debido a la persecución en contra de quienes se atreven a denunciar. “Nosotros como médicos tenemos que estar atentos a que no haya un aumento significativo de casos que sobrepasen la capacidad de respuesta que tienen nuestras instituciones, tanto públicos como privados”.

Insistió en que en Caroní se están registrando enfermedades que son consecuencia del consumo de agua mal tratada como la diarrea, bacterias estomacales  y la hepatitis A.

“Nosotros tenemos dos meses o quizá más de una epidemia de hepatitis A a nivel de toda la población de Ciudad Guayana”. No obstante, aclaró que el gremio no maneja números exactos, pues estas estadísticas deberían estar reflejadas en el boletín epidemiológico, cuyo acceso es restringido desde el 2016.

Lezama se queja de que “el agua que está llegando por las tuberías es barro” y ante esta situación recomienda a la población tomar algunas medidas. “Una vez que se agarra el agua hay que dejar que se asiente ese barro, usar la que queda arriba y someterla a temperaturas de más de 100 grados, para que hierva y se eliminen los agentes patógenos que quedan”.

La otra recomendación es que quienes tengan la posibilidad de adquirir el agua en botellones, lo hagan. “El agua para preparar las comidas debe ser a través de los botellones y el agua para el consumo, hervirla para luego refrigerar y tomar”.

Mayor demanda, menor respuesta

“El principal problema que tenemos en Ciudad Guayana es que ha crecido la población, ha crecido la cantidad de urbanizaciones, ha crecido la demanda, pero no ha crecido la producción de agua potable”, explicó el doctor Carlos Basanta, magíster en Salud Pública.

“Aún tenemos las mismas plantas de tratamiento que se han quedado pequeñas”. Esto, según Basanta, ha generado dos consecuencias importantes: la primera es agua insuficiente para la población y la segunda es agua mal tratada, con presencia de sólidos y barro, que generan afecciones estomacales.

Explica que entonces se corre el riesgo de un contenido bacteriano -heces fecales- que pudiera llevar a infecciones gastrointestinales como, por ejemplo, la amebiasis o amibiasis.

“Hay un brote de hepatitis A en Ciudad Guayana”. Basanta habla de pacientes con trastornos gastrointestinales, pero también de pacientes con hepatitis, destacando que “uno de los riesgos es el consumo de agua contaminada”.

Pero agrega un riesgo adicional y es que cuando falla el servicio por tuberías, las personas se ven obligadas a almacenar el líquido, lo que aumenta los riesgos de contaminación.

Basanta recomienda a las personas que se ven en la necesidad de almacenar el líquido, que lo mantengan tapado, que se laven las manos antes de manipular los recipientes y, en caso de que sea para el consumo, hervirlo por 20 minutos aproximadamente.

Pide también prestar atención al agua que se compra en botellones, “porque se corre el riesgo de que sea pasada por puro filtro para sólidos y no tengamos ozono o luz ultravioleta, que son los que eliminan las bacterias”.

No hay datos actualizados

El investigador y profesor universitario, Luis Guzmán, miembro de la Comisión de Ambiente y Desarrollo Sustentable del Colegio de Ingenieros Seccional Guayana, recuerda que existía una red de vigilancia de calidad del agua de los ríos Orinoco y Caroní, pero que se desmanteló en el 2008. “Desde entonces, no hay generación de datos o información sobre la calidad del agua que se toma para tratar y potabilizar”.

Explica que mientras más contaminada esté el agua, más difícil y más costoso es su tratamiento. Sin embargo, aclara que no maneja información actual sobre la calidad “y yo dificulto que haya alguien que la tenga”.

Aclara que Hidrobolívar es el ente que debería tener esos estudios, “esos análisis desde el punto de vista bacteriológico y físico-químico”.

Según Guzmán, en la zona no hay nadie que se esté dedicando a esto “porque básicamente no hay laboratorios que puedan hacer una función desde el punto de vista social y los privados que existían antes ya no existen”.

Lamenta que si bien se manejan datos al respecto, simplemente no hay respaldos que puedan objetivizar la información. “La población tiene derecho a saber cuál es la calidad del agua que está consumiendo, pero esa información está escondida, es muy difusa o muy opaca”.

En lo que respecta al proceso de potabilización, explica que involucra productos químicos como el cloruro de aluminio y el sulfato de aluminio, “que se utilizan para lograr la eliminación de los sólidos; si no los usan el agua siempre va a salir turbia”.

Sin embargo, aclara que un agua turbia, con el contenido adecuado de cloro, pudiera no tener bacterias. “Puedes tener un agua turbia, pero que no esté contaminada con organismos como las bacterias, que son las que ocasionan la mayor cantidad de enfermedades de origen hídrico”.

No obstante, señala que no todas las enfermedades hídricas son de origen bacteriano, sino también por virus o protozoarios, que pueden ser eliminados con tratamientos químicos. “Si todos estos tratamientos no se hacen, el agua, así tenga cloro, puede no ser apta para el consumo humano”.

Una cuestión de pagos

Noris Cordero, secretaria general del sindicato de Hidrobolívar, denuncia fallas graves en el suministro de las sustancias necesarias para la potabilización del agua. “El suministro de sulfato, cal hidratada, gas cloro, hipoclorito, no se está haciendo al 100% como debería hacerse”.

Pero insiste en que no se trata de una situación nueva, sino de un problema que data de años y que ha sido señalado en reiteradas oportunidades. “Hemos denunciado que no se está haciendo la potabilización correcta, como corresponde”.

Explica que la adquisición de los químicos ha sido complicada por inconvenientes con las empresas que los suministran en el mercado nacional. “Y el otro asunto tiene que ver con Hidrobolívar y el cumplimiento con los proveedores”.

De acuerdo con la sindicalista, la Siderúrgica del Orinoco Maneiro era la encargada de suministrar la cal hidratada, “pero ahorita no tengo información si sigue suministrando eso”.

“El gas cloro viene de la zona de El Tablazo y para el sulfato hay unos proveedores aquí en Ciudad Guayana y otro que está a nivel del centro del país”, acotó.

Agrega que en la zona, Alquimsur C.A. estaba suministrando el hipoclorito de sodio y ácidos y minerales el sulfato. “Sin embargo, en este momento no tengo la seguridad de que se estén suministrando porque sé que había muchos problemas desde el punto de vista de las solvencias y los pagos”.

Proceso de potabilización

De acuerdo con la información publicada en la página web de Hidrobolívar, “el agua potable no nace, se hace”. Explican que el proceso de tratamiento incluye la clarificación, “que consiste en la eliminación de partículas finas, que originan la turbiedad” y que incluye la coagulación, floculación, sedimentación y filtración.

Lo siguiente es la desinfección, que “significa la extracción, desactivación o eliminación de los microorganismos patógenos que existen en el agua”, aclarando que el “desinfectante utilizado casi universalmente es el gas cloro, pudiéndose utilizar también el método de la ozonización”.

La hidrológica deja claro en la publicación que “si estos microorganismos no son eliminados, el agua no es potable y es susceptible de causar enfermedades”.

Aunque Cordero señala que cada acueducto tiene su particularidad en cuanto al proceso de potabilización en función del agua, destaca que en Caroní los tres principales -suroeste, Toro Muerto y San Félix- utilizan las mismas sustancias para el tratamiento del líquido, cuyo suministro es irregular.

Indica que lo “normal” es no contar con sulfato o gas cloro. Pero a esto agrega una variable adicional y es que el personal que maneja los químicos no cuenta con los implementos de seguridad, incluso los más básicos como las mascarillas especiales en caso de fugas o para evitar la inhalación de polvillo.

Dice, además, que cuando los trabajadores notifican que no les están entregando las dosis correctas que necesita el acueducto para enviar agua a la comunidad y optan por cerrar o sacar la zona de servicio, atendiendo a los manuales, “entonces se enfrentan a represalias, amenazas y persecuciones”.

Sin personal, sin insumos y sin transporte

Cordero explica que en Hidrobolívar la Gerencia de Control de Calidad es la encargada de hacer los estudios desde que se hace la captación -cuando sale del río- para determinar la cantidad de químicos que se debe colocar.

Luego que se hace todo el recorrido en la planta de tratamiento, se lleva a los tanques de almacenamiento y este mismo personal hace un chequeo para verificar si el líquido cumple o no con los parámetros, de acuerdo con las normas internacionales.

“Pero ese tipo de revisión final que se debe hacer no se está haciendo como debe ser, el equipo de control de calidad ahorita no cuenta con los recursos para hacer ese tipo de muestreos y hacer este tipo de análisis químicos”.

Comenta que en el Acueducto de Toro Muerto está ubicado el Laboratorio de Análisis Físico Químico de Hidrobolívar, “con un equipo muy bueno, pero que no recibe la materia prima para reactivos. Aunque cuentan con unas buenas instalaciones, no cuentan con las herramientas necesarias”.

Recuerda que desde el lugar se trasladaba alguien a los diferentes acueductos del estado a recoger las muestras para hacer los chequeos, tanto en los acueductos urbanos, como en los acueductos rurales.

Otro problema que relata Cordero es que en la Gerencia de Control de Calidad “la mayoría de los ingenieros químicos ahora están entre Ecuador y Perú”. De un equipo de 12 profesionales, solo quedan tres.

Según Cordero, la situación se ha extendido por más de un año y la respuesta de la directiva de la hidrológica sigue siendo la misma. “A ellos lo único que les preocupa es que se envíe agua por las tuberías, las condiciones en las que llega no es tan preocupante para ellos”.

Para colmo de males, desde finales de febrero “el personal administrativo de los acueductos y los trabajadores de la Gerencia de Control de Calidad no está asistiendo a sus labores rutinarias en las plantas por fallas de transporte; solo está activo el personal de operaciones al mínimo”.

Es decir, según Cordero, actualmente “no se está realizando el control de calidad del agua en ninguno de los acueductos del estado Bolívar, por falta de transporte para el personal”.

Entre trabajadores y directiva ha habido “encontronazos”, relata la dirigente sindical, porque los empleados han exigido que se cumplan las normativas “porque la gente confía que está recibiendo un producto como debe ser, pero resulta que en algunos casos no es así”.

En líneas generales, Cordero señala que la inversión que necesitan los acueductos para funcionar, sencillamente no se está haciendo.

Mientras tanto, los guayaneses siguen “teniéndole miedo” a ese líquido que sale de sus tuberías y para evitar los riesgos -los que pueden- han agregado a su presupuesto familiar un gasto adicional: agua potable embotellada que, según los médicos, tampoco es 100% segura.

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