CAPÍTULO 2

CIUDAD BOLÍVAR Y CIUDAD GUAYANA,
LAS CAPITALES DE UN ESTADO MINERO

Ciudad Bolívar y Ciudad Guayana son dos de las ciudades más afectadas por la escasez de combustible. Foto Correo del Caroní

Ciudad Bolívar y Ciudad Guayana son los puntos de llegada de cualquier persona que quiera viajar al Arco Minero del Orinoco, al Parque Nacional Canaima o cruzar la frontera hacia Brasil. En estas ciudades del estado Bolívar ya se ve el impacto del oro como antesala de la vida en los pueblos mineros.

No hay que salir de esas ciudades para conocer la precariedad en la que vive la mayoría de la población y la violencia que marca sus vidas. Comenzando por los servicios públicos.

Los dos ríos más grandes y caudalosos de Venezuela, el Orinoco y el Caroní, hermosa presencia visual y auditiva que bordea Ciudad Guayana (formada por Puerto Ordaz y San Félix) y Ciudad Bolívar, no son suficientes para que el agua llegue a los grifos de las casas. Ni en Puerto Ordaz, construida en los años 50, con calles totalmente asfaltadas y con grandes avenidas, llega con regularidad el agua por las tuberías.

Las comunidades han resuelto el acceso al agua a través de aljibes, pozos privados, equipos de bombeo propios, instalación de tanques de agua en cada casa, y la distribución de agua al detal. Por las calles de San Félix y de Ciudad Bolívar es común ver a hombres jóvenes y mayores empujando carruchas con grandes tanques para vender agua a los vecinos que aprovechan de llenar ollas o envases de todo tipo.

A pesar de que la Central Hidroeléctrica «Simón Bolívar» que genera electricidad para casi todo el país se encuentra en el estado Bolívar, en esa entidad el servicio de energía tiene muchas intermitencias. La agudización de la crisis eléctrica que se registró en Venezuela a partir abril 2022 también atacó a Bolívar.

En relación con la seguridad, hay cierto consenso entre los entrevistados en que se ha reducido la violencia en Ciudad Guayana y se atribuye este “logro” a dos razones terribles: por un lado, “los delincuentes migraron a las minas”. Por otro lado, los colectivos/pranes ya controlan los barrios más peligrosos, el mercado de ilícitos y “mantienen la paz”.

Analistas de la zona consultados recuerdan cómo en un principio la estrategia del presidente Chávez fue instalar un colectivo en cada barrio; algunos de estos colectivos lograron el control e impusieron su paz, pero la gente de la comunidad tiene que pagar por ello: “mientras se lleven billetes hay paz”, afirma el padre Carlos, párroco de la parroquia Vista al Sol, uno de los barrios más extenso de América Latina con una población de 80.000 personas, que padecía alta conflictividad desde 2003, pero donde poco a poco los delincuentes se fueron agrupando en bandas.

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El padre Carlos afirma que desde hace cinco años aproximadamente disminuyó la violencia entre bandas y los llamados sindicatos de la construcción, negociando territorios e imponiendo sus normas. “Un ejemplo de esto es el mercado de Chirica que está controlado por colectivos”. La convivencia pacífica entre el Estado (militares, policías y gobiernos regional y local) y los colectivos se logra con “negociaciones no formales, ni oficiales”.

Las minas al sur del estado se convirtieron en uno de los destinos preferidos por muchos jóvenes de los barrios de Ciudad Guayana y hay una percepción de que el que se queda en el barrio es un “perdedor”. Los jóvenes que se unen a los grupos armados del sur rápidamente comienzan a recibir beneficios que van desde un colchón y alimentos hasta una moto. “El sueño de los jóvenes es irse a las minas, meterse en el ejército, en el Cicpc o migrar”, opina el padre Carlos.

La representante de una organización de DD HH cuenta que en una visita a una escuela de El Dorado vio como en el recreo los niños jugaban a ser el “Negro Fabio”, líder de la organización criminal que controla esa zona. Desde hace unos años a las minas se van mujeres con niños y hombres con sus familias.

Investigadores de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) indican que la comunidad en Bolívar ha “normalizado”, a tal punto, el modo en que resuelven la falta de agua en el grifo, que llegan a expresar que el servicio está bien, que sí tienen agua.

Ante la consulta por el servicio de electricidad otros consultados expresan como primera respuesta que está bien, que no tienen problemas de luz. Sin embargo, durante las visitas de campo en enero y febrero de 2022 se constató que la luz se iba varias veces al día, por lo general por poco tiempo.

Los servicios de teléfono e internet son muy deficientes y solo se obtiene señal en algunas zonas y con débil e irregular conexión.

TRANSPARENCIA VENEZUELA
Junio 2022

 

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