En Caroní tampoco hay gas doméstico

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Transparencia Venezuela, 14 de febrero de 2019– “Mira, a veces nos vamos a casa del vecino a cocinar”. “Yo gracias a Dios también tengo una cocinita eléctrica, pero quien no tiene cómo hace”. “Yo no me doy mala vida y hasta con leña hago alguito”.

Sí, el guayanés es resolutivo o más bien le ha tocado ser ingenioso y activo en la búsqueda de alternativas a otro problema que se suma a las calamidades del municipio Caroní: escasez de gas doméstico.

El 2018 transcurrió entre protestas por servicios públicos y la falta del combustible estuvo entre los reclamos, argumentando sitios de llenado insuficientes para la demanda y una distribución inadecuada.

En julio del año pasado, comunidades rurales de San Félix optaron por trancar la vía que conduce hacia El Pao, luego de un mes sin el servicio y cansados de cocinar con leña. En agosto, la protesta la protagonizaron habitantes de Las Delicias en la avenida Guayana. En septiembre, vecinos de La 46 -tras dos meses sin gas- se manifestaron.

También en septiembre, cerraron la avenida Pedro Palacios Herrera por falta de gas. En octubre, en Pinto Salinas denunciaron suministro irregular. En noviembre, denunciaron que el gas doméstico no llegaba a La Chalana y los habitantes de la UD-146 volvieron a reclamar.

En diciembre, otra vez en la UD-146, en Las Malvinas, Francisco de Miranda y Colinas de La 46, todos sectores de San Félix, cumplieron tres meses sin el servicio.

 

Incendio en Chirica

El 30 de mayo de 2017 se registró un incendio en la Planta de llenado de Gas Licuado de Petróleo de Pdvsa Gas Comunal, centro de trabajo Chirica, ubicado en San Félix, estado Bolívar, dejando como saldo daños materiales y 15 camiones surtidores completamente quemados.

Un día después, Pdvsa activó un plan de contingencia con el compromiso de distribución de más 17.000 litros. Esto para poder cubrir la demanda en San Félix, Puerto Ordaz y Upata, afectados por el incidente.

Otro de los anuncios de este día fue que desde el otro centro de trabajo, ubicado en Unare, Puerto Ordaz, distribuirían alrededor de 12.740 litros y que  Tigasco se encargaría de 5.733 litros.

Casi 16 meses separaron el incendio de la reactivación. El 12 de septiembre de 2018, para ser exactos, en transmisión por la televisora estatal Venezolana de Televisión, Pdvsa Gas y la Gobernación del estado Bolívar anunciaron que la planta de gas doméstico en Chirica estaba en funcionamiento, con la promesa de contribuir en 60% con la distribución en Bolívar y beneficiar a 20 mil familias diarias en la región, con 2 mil 768 nuevos cilindros.

En ese momento también hablaron del fortalecimiento de un nuevo sistema de estantería en conjunto con el Poder Popular, a través de los comités locales de abastecimiento y producción y las Gps de Pdvsa, para satisfacer las necesidades y evitar la reventa.

Poco después, la Gobernación de Bolívar -en comunicado de prensa enviado el 8 de octubre de 2018- aseguró que gracias a la reactivación se manejaba incluso un excedente “que permite proporcionar gas a los municipios vecinos, al municipio Independencia del estado Anzoátegui; municipio Casacoima del estado Delta Amacuro y por la planta de Caicara del Orinoco, al estado Guárico, específicamente a la población de Cabruta”.

Recordaron que la Planta de Gas Comunal Chirica cubría, además de Caroní, los municipios Piar, Padre Chien, Roscio, El Callao, Sifontes y Gran Sabana.

La presunción lógica es que las protestas por fallas en el servicio se registraran -debido a la contingencia- en el periodo que transcurrió desde la explosión hasta la reactivación de la planta en Chirica.

Sin embargo, por lo menos en la red social Twitter, las denuncias por mal servicio, paralizaciones, despachos irregulares, comercialización dudosa y desvíos de rutas aparecieron en el 2012 y fueron constantes en los años siguientes.

Y comenzando el 2019, el diagnóstico es el mismo entre “bachaqueo” de bombonas, cilindros en mal estado, tarifas inexistentes, racionamiento, colas kilométricas y tiempos de espera de más de 10 horas sin garantía alguna de recarga.

El diagnóstico general

Iván Freites, secretario de la Federación Unitaria de Trabajadores Petroleros de Venezuela, habla de un panorama nacional que, por supuesto afecta al estado Bolívar y a sus municipios.

Señala que la situación comienza -hace más de 10 años- con la estatización de las empresas distribuidoras de gas, entre ellas Tropigas, Vengas y Digas, que contaban con  plantas de llenado, tenían capacidad de almacenamiento, se encargaban del envasado en cilindros y se ocupaban de la distribución.

Lo que vino después no es un secreto y actualmente juegan en contra tanto el aumento de la demanda, como la situación de las refinerías, “porque ahorita casi no estamos produciendo nada y eso ha afectado el abastecimiento de gas”.

Freites destaca que, a escala nacional, 85% de las familias venezolanas consumen gas de bombonas y el 15% restante se beneficia de gas natural. Y tomando en cuenta este dato, el otro inconveniente es un déficit de cilindros que alcanza 90%.

El sindicalista señala que una vez que el Gobierno le quitó también los contratos a las empresas encargadas de fabricar las “bombonas” en Zulia, Portuguesa y Aragua, empezó a comprarle cilindros a Turquía, pero en realidad no se fueron sustituyendo todas las “bombonas” deterioradas.

“Las bombonas en sí tienen un tiempo de vida útil y así las válvulas por donde sale el gas también lo tienen. Pero ahorita, además que no se le hace el debido mantenimiento a las bombonas, se presenta el problema de que no tenemos gas propano”.

Un cilindro incluye 70% de propano y 30% de butano y cuando el porcentaje de este último es mayor, la presión de la bombona varía, “así como cuando colocan metano, eso afecta, se dañan más rápido y todo esto va en detrimento del abastecimiento del mercado nacional”.

Todo esto ha pasado factura y “de ese 85% que consume gas de bombonas en todo el país, está afectado 90% y sufre por la escasez”.

Freites indica que lo ideal es entonces, con las reservas de gas natural que tiene Venezuela -3% mundial,  que el gas que se produce en las refinerías sea para otros fines. También habla de la necesidad de empresas que realmente respondan a las exigencias de la demanda.

“El problema del gas se acaba, con todas las acometidas que tenemos en algunos estados del país, con una parte de suministro directo y con otra en contacto con empresas que surtan”. Pero recalca que el gas natural directo a las viviendas es garantía de suministro seguro, económico y confiable.

Otro punto que es inexcusable es, por supuesto, la recuperación de la producción en las refinerías que, de acuerdo con Freites se ubica en 5%, con el agravante de que es mayor cantidad de butano.

Una deuda pendiente

“Estamos rezagados como ciudad”. Un sistema de distribución de gas por tuberías subterráneas hasta las viviendas, esa es la deuda pendiente.

El urbanista Simón Yegres, integrante de la ONG Contraloría de lo Público y lo Urbano, considera que siendo Venezuela el primer país en Latinoamérica con mayor cantidad de reservas probadas de gas natural, no se justifica la escasez “porque el problema no es de materia prima”.

Recordó que en los años 30, específicamente 1938, Maracaibo se convirtió en la primera ciudad con red para el suministro de gas residencial directo. Le siguieron algunos sectores de Caracas en la década de los 50 y, posteriormente El Tigre, Barcelona, Puerto La Cruz, además de Los Teques, Guarenas, Guatire, Los Valles del Tuy y la Costa Oriental del Lago.

“Estamos hablando de 80 años desde que se conoce la tecnología y se implementó hasta las casas de la gente, entonces uno no puede entender cómo en una ciudad como la nuestra estemos tan rezagados”.

Yegres señala que no hay excusa, sobre todo considerando que “desde los años 70 llega gas natural a las industrias, tanto las del hierro y acero, como a las del aluminio, a través de una línea que viene del gasoducto de Anaco y en el 95 incluso se incrementó la capacidad de transmisión cercana a los 30 millones de metros cúbicos diarios”.

Según el urbanista, ni en el plan rector, plan maestro, ordenanza de zonificación ni en el plan de ordenación urbana, ha estado contemplado este proyecto propiamente, con el trazado propio de los servicios, sino como concepto o línea maestra a ser aplicada.

Explica que oficialmente no existe una planificación del recorrido de la ductería, pero recuerda que algunas empresas privadas han presentado anteproyectos a Pdvsa y a la CVG. “Pero a nivel de la alcaldía, de la gobernación y de la CVG, como parte de los planes de la ciudad, solo se ha tenido como criterio de ordenación”.

Según Yegres, desde el punto de vista técnico no se necesitan grande tecnologías ni conocimientos muy específicos. “Aprovechando las características de nuestra vialidad y nuestra condición natural de ciudad horizontal, tendríamos excelentes condiciones para implantar un proyecto que no es nada complejo”.

Contando los recursos, Yegres señala que la ejecución para abarcar toda ciudad, sería de dos años y medio aproximadamente, “llevándolo (el gas) desde un punto de alimentación en la entrada de la ciudad, para distribuirlo por las ramificaciones en las calles y avenidas”.

Testimonios en las colas

José Manuel González asegura que intentar comprar gas en Pdvsa Gas Unare, específicamente en la calle Guanipa, Puerto Ordaz, “es llegar a las 3:00 o 4:00 de la mañana y esperar a ver si hay suerte a las 5:00 de la tarde”.

“Son varios problemas, si no se va la luz entonces nos dicen que no hay gas. Aparte hay corrupción porque en nuestras narices van y le venden a otra gente las bombonas”.

Si bien señala que lo que paga no supera los Bs.S 5, la molestia es que la misma odisea se repite cada 20 días, que es lo que le dura una bombona.

A González no le molestaría pagar un precio más alto por el servicio “si en realidad funcionara”.

A mediados del año pasado, la recarga de una bombona pequeña -10 kilos- costaba Bs. 50, la mediana -18 kilos- Bs. 250 y la grande -43 kilos- Bs. 600.

“El problema es que no tengo otra alternativa porque en Tigasco suben los precios semanalmente por cualquier excusa y ni se diga de los carrucheros del mercado”, dice González.

Isidro Gómez no tiene nada bueno que decir de la situación tampoco. “Llego a las 4:00 de la mañana y no sé a qué hora voy a salir, ni si voy a poder comprar, pero me toca porque los bachaqueros están vendiendo las bombonas en 7 mil y 8 mil bolívares”.

Pasando a otro escenario -a cinco cuadras- en las colas que se forman en la empresa privada Tigasco Gas Licuado C.A. Planta Puerto Ordaz no es que se hablen maravillas del servicio, sobre todo por los montos de las bombonas de gas doméstico que distan del “precio simbólico” de la estatal Pdvsa Gas Comunal.

La queja de Zuleima Vargas, habitante de El Gallo, San Félix, es que “antes uno hacía su pedido por teléfono y te llevaban el gas a la casa, pero desde hace unos años dependemos de camiones que pasan cada dos meses, que solo aceptan efectivo y al precio que ellos le ponen”.

Por esta razón a Vargas le toca esperar su turno, bajo el sol inclemente, rogando que no se vaya la luz y se paralice la venta. “La cosa es que uno viene y no sabe cuánto es que tiene que pagar, porque el mes pasado vine y por una bombona de 18 kilos pagué 700 bolívar y hoy escuché que estaba en mil 500 y seguro vengo el otro mes y es otro precio”.

Eneida Ascanio, vecina de Curagua, en la misma parroquia Unare, también añora “aquellos tiempos en los que se pedía el gas por teléfono” aunque al mismo tiempo reconoce la suerte de tener una arrocera en la que puede “guisar de todo” cuando no puede comprar gas.

Los tiempos de respuesta en Puerto Ordaz han empeorado en general. La situación en las urbanizaciones cerradas también es complicada, pues lo camiones no pasan con la frecuencia de antes y en los edificios residenciales, luego de varios días sin el servicio y de unas cuantas llamadas, los residentes deben rezarle a todos los santos para la recarga del servicio.

En San Félix, la mayoría depende de revendedores y bachaqueros. Algunos se dan a la tarea de “cazar” las gandolas cuando salen del centro de llenado para lograr su cometido y llevarse una bombona llena a la casa, unos pocos tienen la suerte de ver llegar los camiones a sus sectores o compran en algunas casas que sirven como puntos de gas comunal, pero con sobreprecio.

                                                                                                                       

¿Qué pasa con el sector comercial?

La escasez de gas doméstico no es un problema exclusivo de los hogares. El sector comercial, especialmente los restaurantes y otros negocios dedicados a la venta de comida, también se ha visto afectados por la situación.

Datos de la Asociación de Comerciantes e Industriales de San Félix (Asocomercio) indican que de 30% de los comercios activos en la zona, 10% están perjudicados por este motivo; esto sin contar el sector informal.

José Ángel Guevara, presidente del grupo, explic

ó que algunos integrantes del gremio se han visto obligados -para no cerrar sus establecimientos- a hacer convenios directos con los camioneros, quienes a cambio de bombonas con sobreprecio aceptan incluso alimentos.

Guevara aseguró que un cilindro pequeño está por el orden de los 5 mil bolívares soberanos, mientras que uno mediano puede llegar a costar alrededor de 10 mil. Y señaló que el trueque se ha convertido en la manera más sencilla de tener acceso al gas doméstico.

No es que justifique la acción -dice-, pero destaca que los comerciantes no pueden paralizar sus actividades para hacer cola semanalmente o cada 15 días y que “así como sucede con los que prestan otros servicios, los sueldos no dan, por lo que la desesperación los  lleva a eso”.

Asocomercio es de la idea de volver “al sistema de antes”, que garantizaba una distribución equitativa. “La propuesta es volver a colocar puntos de distribución en varios lugares, incluyendo bodegas y abastos”, dice Guevara.

Además, insiste en resolver el problema de raíz. “Estamos hablando de que una sola empresa controla desde la producción hasta la distribución”. Desde su creación -en 2007- Pdvsa Gas Comunal asumió tanto el llenado, como la distribución de los cilindros.

Asimismo, se refiere a “la necesidad de recuperar el poder adquisitivo, de mejorar las condiciones de empleo para acabar con el desorden y el bachaqueo”.

Sin tarifas y con fallas eléctricas

Cristian Moreno, quien se identificó como analista de articulación con el Poder Comunal en el centro de venta y distribución de Pdvsa Gas Unare, explicó que diariamente reciben en el lugar alrededor de 4 camiones con un aproximado de 980 “bombonas” de diferentes capacidades -10 kilos, 18 kilos y 43 kilos-, cantidad que aumenta a mil 100 los sábados.

Sin embargo, para marzo del 2018, se hablaban de unos mil 600 cilindros despachados  diariamente en la planta de llenado de Unare, Puerto Ordaz.

En cuanto a la tarifa del servicio, Moreno señaló lo mismo que los usuarios, que en realidad no existe ninguna. Argumentó que luego de la reconversión monetaria no ha sido posible establecer un precio en bolívares soberanos. “Lo que dan son 2 bolívares y a veces 10, en realidad el precio lo pone la gente”.

Y lo que parece haber sido “acordado” por la mayoría son Bs.S 2 para la de 10 kilos, Bs.S 5 para la de 18 kilos y Bs.S 50 para la de 43 kilos.

El trabajador insistió en que la jornada es de lunes a sábado y que atienden a personas no solamente de Caroní, sino también de otros municipios como Piar y El Callao.

Sin embargo, reconoció que los retrasos que denuncian los usuarios son ciertos y que responden a dos problemas: “si no es por la luz, es por los camiones”. Habló de fallas eléctricas en la planta de llenado o que simplemente no llegan las gandolas a tiempo.

A Moreno se le preguntó la razón que motiva a los residentes de San Félix a trasladarse hasta Puerto Ordaz para recargar las bombonas y su respuesta fue: “Lo que pasa es que en la planta de Chirica no hay venta al público porque, de acuerdo con una resolución, está prohibida la venta de gas en las plantas de llenado y hay que hacerla en lugares concéntricos”.

Explicó entonces que la distribución depende de un cronograma que se establece con los consejos comunales y los comités locales de abastecimiento y producción. Sin embargo, se refirió a la programación como un “sistema aleatorio”.

Y como la mayoría de las personas se rehúsan a depender del azar o de la suerte para tener gas en sus viviendas, prefieren aventurarse y hacer largas colas en Puerto Ordaz, específicamente en Unare, ya sea en el punto de Pdvsa Gas o en Tigasco.

En Ciudad Guayana, así como otros lugares de Venezuela, la desinversión, la corrupción, la falta de planificación, la congelación de tarifas, el bachaqueo, la pobre distribución, el deterioro de la infraestructura, la falta de equipos y otras tantas secuelas de la estatización, han dejado sin gas a la población.

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