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La Verdad en caída libre

Políticamente marcado por la llegada del chavismo, primero como Movimiento Quinta República y más tarde como Partido Socialista Unido de Venezuela, La Verdad de Monagas fue el quinto de los periódicos que nacieron con el apogeo de la producción petrolera. Como la mayoría de esos nuevos diarios, tuvo una vida efímera.

Por Ronny Rodríguez

La Verdad de Monagas fue una apuesta más ambiciosa que su predecesor, El Diario Mayor. La situación económica, el entorno político y la asfixia por la falta de papel se hicieron evidentes a partir del año 2013, cuando ya en el gobierno, Nicolás Maduro creó el Complejo Editorial Alfredo Maneiro (Ceam) para centralizar la importación de papel periódico y otros insumos con dólares preferenciales.

En un mercado pequeño, con otros cinco diarios ya consolidados, de los que el más joven tenía más de un lustro, La Verdad de Monagas apareció en el mercado en el año 2011. Su apuesta fue volcarse hacia las comunidades. Los barrios y sus problemas ocuparon grandes espacios en sus páginas. Así lo explicó quien fue la segunda directora de este medio impreso, Estrella Velandia. “Se sacaban hasta dos comunidades diariamente, se le daba muy duro al gobierno. En las comunidades es donde están los problemas”, relató para Transparencia Venezuela.

Con su primera fiesta aniversario en La Verdad de Monagas lo dejaron muy claro. A diferencia del resto de los periódicos que hacían lujosas reuniones en los más destacados hoteles de Maturín -donde se reunía la clase política, los anunciantes y la élite de la región- La Verdad decidió el polo opuesto. No había mesoneros que llevaban pasapalos, no servían el whisky más costoso ni había que ir en traje formal.

Por el contrario, La Verdad convocó a un gran sarao en la plaza Rómulo Gallegos, bautizada así en honor al escritor y expresidente venezolano, fundador de Acción Democrática, primer partido social demócrata en Venezuela.

La muchedumbre bailaba al son de los seis grupos musicales que auparon aquella fiesta de noviembre de 2012:  reggaeton, vallenato y merengue resonaron en la plaza. También regalaron gorras y franelas. Entregaron juguetes, conseguidos por intercambio con un anunciante, como parte de su apuesta para atraer a más lectores.

A diferencia del resto de los periódicos que hacían lujosas reuniones en los más destacados hoteles de Maturín, La Verdad decidió el polo opuesto. No había mesoneros que llevaban pasapalos, no servían el whisky más costoso ni había que ir en traje formal.

Los orígenes de La Verdad

En el Registro Mercantil y la Notaría fue presentada oficialmente M&V Editorial en el mes de diciembre de 2010, una sociedad entre los empresarios Giuseppe Morreale y Jesús Valera. El primero con negocios como una venta de teléfonos y una farmacia, mientras que el segundo venía de una experiencia fallida con El Diario Mayor.

Valera tenía la rotativa, los equipos y una idea: incursionar en un mercado, que entre 2004 y 2009, con El Diario Mayor, le dio un nicho pequeño, pero que hizo ruido. Y lo enfrentó en su momento con el entonces gobernador, José Gregorio “El Gato” Briceño, que se definió como chavista y aprovechó el boom de Hugo Chávez para hacerse gobernador en Monagas por dos períodos consecutivos (2004 al 2008, y 2008 al 2012).

El Diario Mayor había intentado romper con el status quo de los periódicos en Monagas. Empezó a imprimirse en prensa plana, lo que le daba una ventaja porque el color de sus páginas era más nítido. Valera tenía una litografía en sociedad con otro empresario de la región y esto les permitió sacar una ventaja con anunciantes como Pdvsa, que se convirtió en el principal cliente publicitario.

Dos años después de fundado El Diario Mayor, Valera pudo adquirir una rotativa y cambió de estándar europeo a tabloide, y en su última página comenzó a publicar noticias de sucesos combinadas con deportes, lo que inspiró a La Prensa de Monagas a copiar esta idea. Aunque Valera quiso mantenerse en el mercado al asociarse con Morreale en La Verdad de Monagas, la sociedad entre ambos duró siete meses.

En julio de 2011, Valera vendió el 50 % de sus acciones a Morreale, ahora único dueño del impreso, y se marchó del país. Empresario de ascendencia italiana, Morrealea dquirió un canal regional, Monagas Visión, y también una radio FM Sonora 99.5. Su aspiración era crear un grupo comunicacional al que bautizó como La Verdad de Monagas.

La Verdad diario intentó imitar a los grandes como La Prensa de Monagas y a El Periódico de Monagas, que se fundó en 2004 y que se mantiene en la actualidad con sus mismos dueños, dos hermanos de origen árabe con tiendas de zapatos, farmacias y otros rubros.

El camino espinoso

Pero hacerse de una buena posición en un mercado que desde su fundación en 1998 acaparó La Prensa de Monagas no era tarea fácil. Este diario, que en su mayor expansión llegó a imprimir 35 mil ejemplares diarios, en un estado que en 2011 apenas tenía un millón de habitantes y cinco periódicos, representaba para La Verdad el mayor desafío.

Quiso copiar a los dos más fuertes en número de personal y equipos. En el 2011 su nómina era de 21 personas. En la redacción había seis periodistas, incluyendo a su directora, además de cuatro reporteros gráficos, dos diagramadores, un diseñador gráfico, un jefe de publicidad y cuatro personas al frente de los talleres de impresión.

Kaira El Yanhari trabaja en una tienda de tarjetas en Perú

Así lo recuerda Kaira El Yanhari, periodista que comenzó cuando recién estudiaba en la Universidad Bolivariana de Venezuela en Maturín. La Verdad, a diferencia de otros medios que en principio tenían reticencia en contratar a periodistas de esta universidad por su marcado tinte ideológico, les dio cabida.

La Verdad llegó a sacar a la calle hasta 10 mil ejemplares diarios, a pesar de que la devolución era alta, según confesó un miembro que estuvo en tareas de distribución del equipo. Pese a esto, Morreale junto a la gerencia general mantuvo la apuesta.

Comenzaron a posicionarse con la pinta de kioscos en las avenidas Bolívar y Bicentenario, que se distinguían por el verde pistacho que identifica parte del logo del grupo comunicacional.

Con la competencia no había muchos lazos en principio. La Prensa de Monagas tampoco toleraba mucho la competencia.

Llega la censura a la escena

Este panorama cambió a partir del año 2013. Ya desde antes, los dueños y gerentes de los diarios comenzaron a crear una especie de cartel. Se llamaban para decidir los ajustes de los precios, debatían y se aconsejaban sobre qué podía o no salir en sus páginas según la presión del político del momento en el Gobierno, que acostumbraba a llamar, a través de sus operadores políticos para “sugerir” cómo se iba enfocar tal o cual noticia. Incluso llegaron a “pedir la cabeza” de periodistas que hicieran preguntas incómodas.

“El Gato” Briceño fue uno de los que más usó este tipo de coacciones. En su programa radial se valía de su poder como gobernador para amenazar en público a periodistas que publicaban información crítica a su gobierno.

Un diputado a la Asamblea Nacional, Jesús “Kike” Domínguez, que antes de llegar a la Asamblea Nacional en 2005 era mano derecha de Briceño, llegó a tener el programa radial “Tribuna Parlamentaria”, desde donde daba las líneas políticas de Briceño.

En los programas de “Kike” Domínguez y “El Gato” Briceño, periodistas fueron víctimas de ataques amenazas e incluso llegaron demandas contra Nelson Bocaranda por un escrito en el que mencionó a Briceño, pero también contra otros, como Jacinto Ramírez Noriega.

Contra este último hubo una querella por “difamación e injuria continuadas y agravadas”, que llegaron a juicio, aunque el proceso en el año 2010 se anuló y se ordenó comenzar un nuevo proceso.

También en dos oportunidades agravió a un redactor de El Diario Mayor, al que acusó de golpista, de desestabilizar a su gobierno y el de Chávez, y emplazó al dueño de ese diario a desmentir en sus redes sociales.

Las presiones y contactos en PDVSA de “El Gato” fue el detonante en 2008 para que la estatal petrolera dejara de publicitar en El Diario Mayor. Briceño pasaba así factura al periodista Jacinto Ramírez Noriega por un post de Facebook publicado en plena campaña por la reelección, en el que acusó al candidato de presionar a dueños de radios para que sacaran del aire programas incómodos,  Allí comenzó su debacle.

La imposible historia de periódicos sin papel

Con la ascensión de Maduro todo se agravó. La creación del Complejo Editorial Alfredo Maneiro, CEAM, devino en un filtro por el que todos los impresos debían pasar.

La asignación de bobinas era casi la misma para todos. Para diarios pequeños la situación era más sencilla. Bajar el tiraje para usar solo una bobina y media por día garantizaba alargar la existencia  del papel en sus talleres. Los grandes pedían ayuda a los más pequeños, se hacían préstamos de bobinas.

Con la aparición del CEAM también llegó la Cámara de Periódicos de Venezuela, que alejado de la combativa posición que tuvo el Bloque de Prensa, agrupó a más de 80 diarios en el país y fungió como organismo de mediación con el Gobierno.

En noviembre de 2016, La Verdad compraba planchas al CEAM, pero este negocio resultó un fiasco por la mala calidad del producto.

En ese momento una plancha costaba 2.766,17 bolívares y por 25 pagaron 69.404. La Verdad compró solo ese lote de tecnología violeta, pero no sirvió de mucho y no hubo reintegro de dinero, ya que las planchas estaban dañadas.

El costo del papel, entre octubre de 2016 y agosto de 2017, subió 10 veces.

En octubre de 2016 cada bobina de papel se cotizaba en 17.334,74 bolívares. Por 30 que el costo total era de 520.000,42.

Cuatro meses después, en febrero de 2017, el costo se triplicó. Una bobina estaba en 55.610,00 bolívares, es decir, 1.668.329,00 bolívares por las 30. En agosto de 2017, la bobina subió ocho veces en comparación con octubre de 2016: 141.328,00 bolívares costaba cada una, que por 30 bobinas era 4. 239. 840 bolívares.

Con la ascensión de Maduro todo se agravó. La creación del Complejo Editorial Alfredo Maneiro, CEAM, devino en un filtro por el que todos los impresos debían pasar.

La asignación de bobinas era casi la misma para todos. Para diarios pequeños la situación era más sencilla. Bajar el tiraje para usar solo una bobina y media por día garantizaba alargar la existencia  del papel en sus talleres. Los grandes pedían ayuda a los más pequeños, se hacían préstamos de bobinas.

Con la aparición del CEAM también llegó la Cámara de Periódicos de Venezuela, que alejado de la combativa posición que tuvo el Bloque de Prensa, agrupó a más de 80 diarios en el país y fungió como organismo de mediación con el Gobierno.

En noviembre de 2016, La Verdad compraba planchas al CEAM, pero este negocio resultó un fiasco por la mala calidad del producto.

En ese momento una plancha costaba 2.766,17 bolívares y por 25 pagaron 69.404. La Verdad compró solo ese lote de tecnología violeta, pero no sirvió de mucho y no hubo reintegro de dinero, ya que las planchas estaban dañadas.

El costo del papel, entre octubre de 2016 y agosto de 2017, subió 10 veces.

En octubre de 2016 cada bobina de papel se cotizaba en 17.334,74 bolívares. Por 30 que el costo total era de 520.000,42.

Cuatro meses después, en febrero de 2017, el costo se triplicó. Una bobina estaba en 55.610,00 bolívares, es decir, 1.668.329,00 bolívares por las 30. En agosto de 2017, la bobina subió ocho veces en comparación con octubre de 2016: 141.328,00 bolívares costaba cada una, que por 30 bobinas era 4. 239. 840 bolívares.

El CEAM vendía en principio 60 bobinas, que La Verdad podía transformar en unas 90 al usando una y media diaria, lo que supuso bajar el tiraje. Pero cuando la asignación se redujo a 30, no solo La Verdad sino todos los periódicos tuvieron que bajar aún más el tiraje e iniciaron un proceso descendente. Los problemas económicos se hicieron más evidentes: Tenían menos  flujo de caja y el corazón del negocio, que era la publicidad, comenzó a decaer con el deterioro de la economía.

Con las arcas comprometidas

Los gastos operativos también comenzaron a hacer mella en los diarios. En el año 2016 La Verdad  ya no tenía cuatro carros para movilizar a sus periodistas, por ejemplo. Solo tenía un vehículo para la cobertura diaria, y otro más en la televisora que aún se mantiene activa.

En su mejor momento, La Verdad contaba con tres distribuidores para el estado, algunos que repartían el periódico, unos en kioscos y otros a los pregoneros. Con dos carros propios y el resto de los repartidores, tenían una cobertura en los principales municipios.

Uno de esos distribuidores relató a Transparencia Venezuela que, por lo general, solo eran dos: El que distribuía a los kioscos y él, para un grupo de 30 pregoneros que en promedio vendían de 30 a 50 ejemplares cada día. “Teníamos uno en Punta de Mata, pero siempre se le dañaba el carro, y al final sólo quedaban dos”.

A la par de La Prensa y El Periódico, también La Verdad contaba con un corresponsal en Punta de Mata, capital del municipio Ezequiel Zamora, quien cubría otros tres municipios. Pero la crisis comenzó a hacer mella y la estrategia de la directiva fue aliarse con otros medios.

La compra del diario El Oriental por empresarios italianos en el año 2014 fue una jugada que le sirvió a La Prensa de Monagas. Desde ese diario alentaron a sus nuevos dueños a adquirir El Oriental, por el temor de que uno de los fundadores de La Prensa regresara a Monagas.

Luis Grisanti fue el artífice de La Prensa junto con empresarios del sector construcción y asfalto. Venían de tener militancia y cargos de responsabilidad en Acción Democrática, pero a finales de los 90 abrieron este diario, que pocos años después desplazó a El Sol y El Oriental.

Grisanti desistió de volver a Monagas, a pesar de haber contactado a la mayoría de los periodistas que formó en La Prensa, y apostó por Lara, donde actualmente dirige La Prensa de Lara.

Así está actualmente la redacción de La Verdad

De periodistas a damnificados

En Monagas La Verdad se apoyó en “sus paisanos” de El Oriental. En 2016 la redacción se había reducido, al punto de que solo sobrevivían cuatro periodistas en la nómina, una directora, una coordinadora de información y apenas un reportero gráfico.

Kaira El Yanhari estuvo tres años y medio de ejercicio en La Verdad de Monagas. En principio el sueldo que devengaba era suficiente para apoyar los gastos domésticos y para mantenerse ella misma. Pero esta realidad cambió desde 2016, cuando con un sueldo de apenas 100 mil bolívares tenía que mantener a su familia.

“Había momentos en que solo podía comprar un pan y lo dividía con el director de La Verdad. Hacíamos una vaca para comprar queso, con lo que a duras penas podíamos almorzar”.

Los aumentos salariales del gobierno han sido más recurrentes desde que Nicolás Maduro llegó al poder en el año 2013. Desde febrero de ese año y hasta mayo de 2018 han sido 23 ajustes salariales y 11 en el bono de alimentación, que de ninguna manera han podido equipararse a la inflación, mucho menos a  la actual hiperinflación, cuyo índice al mes de agosto de 2018 era de 82.766%, según un informe del Parlamento.

Un periodista de El Oriental iba en el único carro de La Verdad que manejaba el reportero gráfico, y uno de La Verdad salía en el vehículo de El Oriental. En teoría funcionaba la estrategia por el ahorro de vehículos y personal, pero lesionaba el principio de diversidad de la información porque, por lo general, toda la información pasaba por el mismo tubo. Y reta un principio básico de la economía, que es la competencia.

Con 27 años de trayectoria profesional y 24 de ellos en Monagas, para Estrella Velandia, que aún se mantiene al frente de la versión digital de La Verdad, el periódico de 2011 y el de 2018 son muy distintos: “En el ámbito económico estábamos bien pagados, a todo el mundo le alcanzaba el dinero, podías viajar, ahorita de broma puedes comer. Ganas mucho más pero el dinero no te alcanza. Los sueldos están muy devaluados respecto a la hiperinflación. Con el salario mínimo que gana la gran mayoría aquí, no te puedes comprar ni siquiera un refresco”.

Estrella Velandia todavía está al frente de la versión digital de La Verdad

El Sol de Monagas fue el primero en publicar “Los Mazazos” de Diosdado Cabello en su última página los días viernes, de allí que se asociara a este personaje político con la compra del diario, algo que no ha sido confirmado desde su cambio de línea editorial, hace cinco años.

Abducidos por la política

A finales de 2016, Maturín vivió una vorágine política con la destitución ilegal del alcalde de la ciudad. Warner Jiménez, que llegó al ayuntamiento en diciembre de 2013 por una división del chavismo y fue depuesto por la Cámara Municipal de mayoría chavista, contraviniendo el artículo 87 de la Ley Orgánica del Poder Público Municipal.

Aunque Jiménez abandonó el país, dejó como encargado al director general como reza la ley, quien por 90 días podría haberse hecho cargo de la administración del ayuntamiento, pero los ediles del chavismo bloquearon esta posibilidad y sin esperar los 90 días reglamentarios destituyeron a Jiménez.

Este acontecimiento produjo inestabilidad política, pero también un reacomodo de la línea editorial en los diarios, que terminaron –lo más grandes- por darle menos espacio a las voces disidentes del chavismo frente a estos hechos.

Después de que la Cámara Municipal nombró como alcalde encargado al concejal del PSUV, Wilfredo Ordaz, ningún medio se atrevió a llamarlo “alcalde encargado”, porque al ahora sí electo mandatario no le gustaba el término que correspondía para ese caso.

A finales de año, llegó un nuevo director a La Verdad. Su dueño ya se paseaba por la idea de quedarse solo con la web, además de la radio y la televisora. Incluso el personal del formato digital era más numeroso que el impreso: Una directora, tres redactores, un programador y el apoyo de los periodistas que debían enviar avances para alimentar la web.

Monagas no escapó de la adquisición de medios por parte de “empresarios fantasmas”. Aunque quienes adquirieron El Oriental lo hicieron de forma pública, cambiaron de sede y renovaron el impreso. El Sol de Maturín, en el año 2013, después de estar 10 meses fuera de circulación, también cambió de propietarios.

El Sol siempre tuvo “raíces socialcristianas” y la familia Adrián lo mantuvo. Pero decidieron salir del impreso, al alegar razones económicas para su sostenimiento y sobre sus nuevos dueños se sabe poco o nada.

De ser periodista de varias fuentes en el diario El Oriental de Monagas y jefe de prensa del equipo de la Liga Nacional de Baloncesto, Cangrejeros de Monagas, Herrera trabaja en un pequeño taller donde se fabrican zapatos para niños.

Igual que los diarios de cobertura nacional El Universal y el grupo Últimas Noticias, El Sol regresó con nuevos periodistas, promesas de mejoras salariales, con un cambio de director por presiones políticas y con una variación de su línea editorial a favor del gobierno nacional, así como con una buena tajada de publicidad oficial: Cantv, el CNE y el Banco Central de Venezuela eran habituales en sus páginas. Pese a ello, desde 2013 es el último en el ranking de ventas.

El Sol de Monagas fue el primero en publicar “Los Mazazos” de Diosdado Cabello en su última página los días viernes, de allí que se asociara a este personaje político con la compra del diario, algo que no ha sido confirmado desde su cambio de línea editorial, hace cinco años.

A partir de 2015 la escasez de papel llevó a los cinco diarios que todavía circulaban en Monagas, a dar vacaciones colectivas de un mes en diciembre y a suspender la circulación en Carnaval y Semana Santa.

Cada final de año era una especie de apuesta, y en la redacción de La Verdad los periodistas se preguntaban si definitivamente ese sería su último mes de trabajo. En enero de 2017,  el periódico dejó de circular por una semana; despidieron a dos periodistas y solo quedaron dos.

Los sueldos se redujeron a salario mínimo, se daban bonos por envío de avances a la web y se prometió el pago de la renta telefónica, lo que se cumplía de forma irregular.  Se mantuvo con dos periodistas hasta mediados de ese año, cuando contrataron a una periodista por honorarios profesionales, sin peso en su nómina.

Kaira El Yahnari se mantuvo entre quienes acompañaron casi hasta el final la versión impresa de La Verdad. Sin embargo, a mediados de 2016 se le hizo imposible mantenerse. Primero salió a otro diario que le ofreció 2,5 veces más de lo que ganaba en La Verdad.

El viernes 15 de diciembre de 2017 circuló la última edición de La Verdad. En enero de 2018, sin anuncio oficial como sí hizo El Oriental, La Verdad dejó de salir.

Del equipo de 21 personas con las que comenzó en 2011, a principio de 2018 solo sobrevivieron 11.. Y con el cuarto aumento salarial decretado en junio,  quedaron solo siete periodistas.

Aunque se mantiene la página web activa, la televisora con dos periodistas y la radio que combina música con tres programas de opinión y otros de variedades a lo largo del día, La Verdad de Monagas solo estuvo seis años en los kioscos, como un contrapeso a los dos más influyentes y creando fricción en algunos casos con la cobertura a informaciones que llevó a los políticos del chavismo a calificarlo de “escuálido” cuando le incomodaban los enfoques más críticos.

Para Estrella Velandia todo este cambio no solo significa más trabajo, sino también un impacto emocional, porque ve a su alrededor una redacción casi vacía, con apenas tres computadoras y cuatro personas. “Eso también te dan ganas de irte, pero hemos fortalecido la televisión”.

Como al resto de los ciudadanos, a ella le cuesta llegar a su puesto de trabajo. Desde donde vive hasta la redacción de La Verdad son solo 10 minutos en transporte público, pero no hay autobuses suficientes y tiene que irse en cola o esperar hasta más de una hora.

La diáspora

Velandia es una sobreviviente. Otros se han ido del país. Muchos periodistas han salido en los últimos cinco años, con más frecuencia  desde octubre de 2017. Al menos 30 comunicadores y 15 reporteros gráficos dejaron el estado en los últimos dos años.

Kaira El Yanhari es una de ellas. Después de renunciar a  La Verdad e irse a El Sol de Monagas como coordinadora de información, en mayo de 2018  se marchó a Perú, en una travesía que la llevó primero de Caracas a Táchira en autobús. Tuvo que esperar tres días en Caracas, optar por irse hasta el estado Barinas (Los Llanos) y allí esperar casi 24 horas para montarse en un autobús hasta San Antonio del Táchira.

Después cruzar el puente fronterizo, que describió como un río humano en el que no sabes cómo caminas por la cantidad de personas que lo atraviesan, y vencer las dificultades para cambiar moneda, Kaira llegó a Bogotá con su novio y contactó a una amiga.

Después de varios días sin comer bien, sin poder darse una ducha, tomó un bus hasta la frontera con Ecuador, donde al llegar estuvo 12 horas en una fila con temperaturas de hasta de 10 grados centígrados.

Finalmente se estableció en Perú porque una amiga y colega con la que ejerció en La Verdad de Monagas le dio abrigo temporal. Comenzó trabajando en el sótano de una fábrica de carteras, donde debía fundir el metal, niquelarlo, darle forma, pulirlo.

Kaira El Yanhari en su trabajo en Lima, Peru

“De tanto trabajar los metales tenía las manos destruidas. Dejé ese trabajo en el que me pagaban 150 soles semanales, y encontré otro en un puesto de tarjetas de fiestas, obituarios  y celebraciones en general. Aquí estoy buscando oportunidades en mi área, lo cual no es tan sencillo”, cuenta.

Anderson Herrera, también periodista, decidió probar suerte en Brasil, donde le tocó desde barrer calles hasta hacer de ayudante de albañilería. Luego terminó en una ferretería, pero en junio optó por salir del “gigante suramericano”.Los trabajos en Boa Vista se pusieron difíciles y optó por irse a Perú por barco, ante la falta pasaporte. Solo tenía en el bolsillo 234 reales que no le eran suficientes para pagar su puesto y pidió trabajo en el barco para garantizar su salida desde Manaos. Fueron 15 días de travesía en río cargando cajas, limpiando y moviendo trastes; después pasó a otra embarcación hasta llegar a Iquitos, Perú, y allí tomó un autobús que lo llevó a Lima.

Un periodista monaguense lo recibió en su vivienda por 15 días. Consiguió empleo y alquiló una habitación para él. De ser periodista de varias fuentes en el diario El Oriental de Monagas y jefe de prensa del equipo de la Liga Nacional de Baloncesto, Cangrejeros de Monagas, Herrera trabaja en un pequeño taller donde se fabrican zapatos para niños.

Cuando se le pregunta a quien se va cuál es el motivo, todos coinciden en que deben ayudar a mantener a su familia, y quedarse en el país dejó de ser una opción.

Herrera ha visto a ocho colegas con los que compartió en Maturín en pautas en los diferentes periódicos. Ahora comparten menos, laboran en restaurantes, librerías, tiendas, pero viven y ayudan a su familia en Venezuela. Con el apoyo de un amigo en Maturín, Anderson está , gestionando la creación de una fundación para ayudar a los niños del Hospital Manuel Núñez Tovar.

Los que se quedan en Monagas, como Estrella Velandia, también piensan en irse. “Me llegaron oportunidades desde el exterior que me han ayudado a mantenerme, pero si esto sigue así, no creo que esté en los próximos seis meses en Venezuela. No tengo hijos, tampoco estoy casada. Pudiera irme a donde sea sin mucho problema, pero de verdad que lo estoy manejando definitivamente”, dice mientras en la redacción de La Verdad de Monagas sigue tratando de batallar con las fallas eléctricas, con una conexión a Internet cada vez más lenta y una situación económica cada vez más difícil.

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