Represión en altos decibeles

Denuncia, Dilo Aquí, Historias de la Corrupción, Noticias

La arbitrariedad y el abuso de autoridad tocaron a la puerta de un joven padre de familia cuando mostraba a sus allegados el nuevo equipo de sonido de su vehículo, y, lo que debió ser solo un momento de alegría, se transformó en una trifulca que acabó en agresiones, amenazas y la detención injustificada de un ciudadano 

Transparencia Venezuela, 22 de septiembre de 2021. Las desventuras que marcan el día de los venezolanos y la vulneración de sus derechos humanos van más allá de permanecer en largas filas de vehículos para surtir combustible, ser “ruleteados” de hospital en hospital en busca de la salud perdida, estirar los pocos ingresos para sobrevivir en medio de una atroz hiperinflación o sufrir la ansiedad que generan los apagones y la falta de agua. A estos y otros males, que tienen su origen en la corrupción, se suman el miedo constante a ser víctimas del hampa común o de aquella que se agazapa tras una placa y un uniforme para cometer delitos o simplemente abusar de su autoridad para infundir terror. 

Así le quedó claro a un joven padre de familia que reside en un populoso sector del oeste de Caracas, donde cualquier logro, por pequeño que sea, es motivo de satisfacción, orgullo y celebración. Transcurrían los últimos días de abril de 2021 cuando, con mucho esfuerzo, pudo instalar en su vehículo un nuevo equipo de sonido, de esos que animan los paseos a la playa o las reuniones callejeras -tan en boga en estos días-, y quiso compartir la noticia con sus parientes cercanos.

 “Un primo me dijo para probar el equipo y nos reunimos alrededor del carro estacionado en el sector donde vivimos. Estaban mi esposa, mi hija adolescente y otros familiares. Yo lo encendí y no pasaron ni dos minutos cuando mi primo lo apagó. Al instante llegaron al lugar varios efectivos de la Policía Nacional Bolivariana de la delegación de la zona, a bordo de dos patrullas y dos motos. De forma agresiva me pidieron los documentos de identidad y papeles del vehículo. A la vez, me ordenaron abrir la maleta, porque según ellos estaba sonando el equipo, lo cual es totalmente falso”, relató el denunciante.

Ante la amenaza de llevarse el vehículo a la Fiscalía, el propietario les pidió que lo llevaran a él, pero no su preciado medio de transporte. Sus ruegos cayeron en oídos sordos, pues los funcionarios insistieron en que trasladarían el carro con una grúa. En medio de la conmoción llegó al sitio un compadre del afectado, quien trató de interceder con los agentes. “Les reclamó que se metiera con nosotros y no con la gente que a sus anchas comete fechorías en la zona sin que nadie haga nada”.

Los ánimos se fueron caldeando, pues los policías seguían intransigentes e insistían en incautar el carro. “En eso me amenazaron con una pistola y dijeron que me llevarían por las buenas o las malas. Ante el temor de ser herido salí corriendo y mi compadre y mis familiares comenzaron a forcejear con los efectivos. En medio de la trifulca golpearon a todos. El maltrato fue físico, verbal y psicológico. A mi comadre le lastimaron un dedo y a mi hija la tomaron con violencia por el cabello. En ese momento se desarrollaba en la comunidad la entrega de las bolsas Clap y, al ver lo que pasaba, los vecinos salieron con piedras y palos a defendernos”.

De acuerdo con el relato de la víctima, los policías respondieron de forma agresiva, dispersaron a los residentes y se llevaron detenido a su compadre a la comisaría del sector. “Lo mantuvieron incomunicado desde las 9 de la noche hasta casi las dos de la madrugada. En ese lapso, lo golpearon y lo amenazaron. A mi esposa y mi comadre, que estaban en el recinto esperando para verlo, les dijeron que se fueran porque su presencia empeoraba la situación. Lo liberaron porque él es vendedor de pescado y un funcionario que lo reconoció pidió que lo soltaran”. 

Según dijo, tras sacarlo de los calabozos le ofrecieron disculpas y le dijeron que se había tratado de un malentendido, pues por la cantidad de gente reunida en la calle pensaron que se trataba de un alboroto callejero y por eso decidieron intervenir. “En lugar de llegar con buenos modales y preguntar antes de acusar, lo que hicieron fue amedrentarnos y atacarnos. Para mí, que venían de algún problema en otro lugar y la pagaron con nosotros”.

Acusados sin rostro

El joven explicó que una vez que los funcionarios se retiraron del lugar, encendió el vehículo y lo resguardó en casa de unos familiares. Afirmó que la situación lo dejó temeroso de que tomaran algún tipo de represalia en su contra. En medio de la desesperación, al día siguiente de los hechos buscó ayuda en una organización de derechos humanos de la zona. “Me dijeron que no había nada que hacer, salvo resguardarme, no salir solo y no sacar el carro. Me dieron un comprobante de la denuncia y me indicaron que dejara eso así. Eso me dio más miedo”.

Preocupado por su seguridad y la de su familia, en especial por el temor a que le “sembraran” algo para implicarlo de forma fraudulenta en hechos ilegales, solicitó la asesoría al equipo legal de la plataforma Dilo Aquí. “Ellos sí me tomaron en cuenta, me atendieron bien, me hicieron preguntas y me orientaron para hacer la denuncia”.

Al conocer del caso, uno de los 380 reportes de abuso policial que han recibido desde 2020, las abogadas de Dilo Aquí asistieron a la víctima para formalizar la denuncia en el Ministerio Público contra seis funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana por abuso de autoridad, delito previsto en el artículo 69 de la Ley Contra la Corrupción. Luego, lo acompañaron a dicho ente para dar seguimiento al caso. En esa oportunidad, obtuvieron el número asignado a la denuncia y conocieron que fue distribuida a la Fiscalía 127 con Competencia en Derechos Fundamentales del Área Metropolitana de Caracas.

Las actuaciones continuaron con la presentación de los testigos ante la mencionada Fiscalía.  En el Despacho Fiscal donde se fijaron los días para la presentación de los testimonios, también se instruyó al denunciante a retirar un oficio para realizar el reconocimiento de los funcionarios involucrados en los hechos. 

En esa oportunidad, le entregaron a uno de los testigos y al denunciante dos documentos dirigidos al jefe de la Oficina de Control y Actuación Policial de la Policía Nacional Bolivariana, donde se solicitaba que les mostraran a éstos el álbum que contiene las fotografías de todos los funcionarios adscritos a la Estación Policial involucrada, y que luego dicho despacho remitiera la copia de la individualización realizada a la Fiscalía. 

El equipo legal de Dilo Aquí acompañó a los testigos a rendir declaración a la Fiscalía 127 con Competencia en Derechos Fundamentales del Área Metropolitana de Caracas y también a la Oficina de Control y Actuación Policial de la Policía Nacional Bolivariana, ubicada en El Helicoide, para realizar el reconocimiento de los funcionarios implicados en los hechos denunciados. No obstante, en esa sede les indicaron que desde hace aproximadamente año y medio no poseen álbumes fotográficos. 

En ese despacho tomaron declaración tanto al denunciante como al testigo. “Durante la entrevista tuve la impresión de que los policías trataban de encubrir a sus compañeros”, afirmó la víctima. 

Durante la declaración de la comadre del denunciante, como testigo ante la Fiscalía 127, siempre con el acompañamiento del equipo de Dilo Aquí, se imprimieron radiografías de su mano derecha, en la que se evidencia que sufrió una lesión en un dedo producto de las agresiones de uno de los funcionarios policiales. También se entregó una referencia médica en la que se lee el diagnóstico: Luxación en falange distal dedo anular mano derecha.  

La Fiscalía 127 con Competencia en Derechos Fundamentales del Área Metropolitana de Caracas conoce que en la Oficina de Control y Actuación Policial de la Policía Nacional Bolivariana afirman no disponer del álbum fotográfico para el reconocimiento facial de los uniformados involucrados en este caso, que trastocó la vida de una familia y puso a prueba a toda una comunidad que salió en defensa de uno de los suyos. 

“Ya no puedo tener el carro por la zona, debo dejarlo en otro lado y eso afecta la movilidad de todos, en especial por el problema que hay con el transporte. Insisto, los policías debieron llegar de otra manera. Me tomaron una foto con el equipo de sonido, sin saber que al encenderse se activan de forma automática unas luces decorativas. En la foto se ve claramente las luces apagadas. Mi llamado a las autoridades es a que hagan un trabajo bien hecho, con educación. Que eviten actuar de forma agresiva y tratando a las personas como delincuentes sin importar si hay mujeres y menores de edad. El llamado es a que tengan más ética y se comporten como profesionales”, expresó el afectado. Después de todo, soñar no cuesta nada.

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