Bachaqueo con bata blanca

A las 8 de la noche del 24 de noviembre de 2017 Dairys Palencia llegó al hospital de Acarigua con su abuelita, Rufina Colmenares, quien estaba necesitando urgente atención. La señora Rufina era paciente renal y debía hacerse diálisis tres veces por semana en la Clínica SENECA de la misma ciudad. Ese día, según explica su nieta Dairys, su abuela se descompensó de una forma tal, que la familia decidió llevarla al hospital.

A pesar de su estado de gravedad, pasaron dos horas antes de que le abrieran la historia médica y le prestaran atención médica, lo que finalmente se logró porque la familia consiguió a uno de los médicos tratantes de Rufina en la clínica. Una vez abierta la historia, la abuela fue llevada a otro espacio donde sería atendida.

Dairys relata: “Necesitábamos un yelco, pero en la farmacia del establecimiento no había. Una chica que acompañaba a otro paciente nos informó que allí costaba entre Bs.34.000 y Bs.40.000 aproximadamente, pero que, como estaba cerrada, podíamos dirigirnos al médico de guardia, quien seguramente nos podría ayudar.” Además del yelco, Rufina necesitaba un medicamento que tampoco estaba disponible. La misma chica les indicó que había otra persona que se los podía vender. Ante el asombro de la familia, la chica les comentó que “…aquí todo el mundo sabe quiénes son los médicos y enfermeras bachaqueros y dónde ubicarlos”.

Ante esta situación, fueron de inmediato a buscar a la persona referida, quien, en efecto, le vendió la medicina que necesitaban. “Esa persona no llevaba puesta bata de médico”, recuerda Dairys. Acto seguido fueron a buscar al médico de guardia, Luis Pérez. Nos dijo que tenía el yelco que necesitaba la abuela, que nos lo podía vender en Bs. 95.000 y que el pago debía ser de inmediato y en efectivo.”

Sin otra alternativa a la mano, tuvieron que aceptar la “solución” que se les presentaba, mientras angustiosamente intentaban reunir el efectivo. Con mucho esfuerzo, llegaron a tener Bs.90.000 mil y solo después de mucho insistir y hasta suplicar al médico que se los vendiera en ese precio, consiguieron el yelco pagando Bs. 50.000 más que lo que costaba en la farmacia.

Hacia las 3 de la mañana avisaron que la señora Rufina estaba muy mal, pero les dijeron que había que esperar la revista médica. Cuando llegó este momento, la abuelita de Dairys había fallecido.

“No es solo lo de mi abuela, que es muy triste. El hospital estaba full de niños que se ven desnutridos. En la sala donde están las parturientas esperando hay muchos niños sentados en sillas con sueros. La atención es terrible y la gente está sufriendo. Por eso queremos denunciar todo lo que está pasando”.

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