Sobreviviendo
a la Gran Corrupción
Transparencia Venezuela ha registrado suficiente evidencia para asegurar que la crisis humanitaria compleja que padecemos es producto de la Gran Corrupción. Así, en mayúsculas. Una corrupción en la que han sido señalados los más altos personajes del liderazgo político y los responsables del Estado venezolano; cuyas rutas se extienden a 69 países y que logra navegar con impunidad a su favor.
Los miles de millones de dólares que se perdieron en sobreprecios, sobornos, extorsión, cohecho, y otros creativos mecanismos de corrupción, nunca llegaron a construir los hospitales, las escuelas y las viviendas; no sirvieron para que medicinas y equipos llegaran al centro de salud. La corrupción distribuyó solamente una parte de los alimentos, y mucha carne y leche llegaron vencidas y en mal estado. Gracias a la corrupción las empresas públicas dejaron de producir bienes y empleos; los puentes, metros y carreteras no se terminaron, pero el dinero sí se escondió bien en cuentas bancarias por todo el mundo, a nombre de testaferros, empresas fantasmas y colaboradores.
En Venezuela, las conversaciones entre vecinos y amigos desde hace rato se limitan a los asuntos de subsistencia. El amor, las vacaciones, el éxito del hijo graduado, el arreglo pendiente de la casa o el libro que leemos, queda pendiente. Primero compartimos nuestras hazañas para conseguir el gas y la gasolina, recolectar el agua que llega algún día a las tuberías, aprovechar al máximo las pocas horas en las que hay luz y ver cómo nos las arreglamos cuando no la hay. Que si llegó el clap, que si el cambio al que el chofer de la camionetica acepta el dólar, que si los sueldos de hambre ante los precios por las nubes.
El robo supermillonario impactó a todas las familias venezolanas, pero para el 86% de la población, que en 2020 -según ENCOVI- se encontraba en situación de pobreza extrema, la vida es más difícil y la muerte más fácil.
Para mostrar de cerquita este impacto de la corrupción en la vida diaria, le pedimos a Maruja Dagnino que nos relatara cómo se está viviendo la corrupción en distintos lugares del país. Para ello, viajó a constatar directamente la situación, a entrevistar a académicos, gremialistas, expertos, pero, sobre todo, habló con la gente, y de esos encuentros con el país profundo nos presenta estas siete crónicas breves e imperdibles, que como fotografías nos permiten entrar a momentos de siete vidas.
Más que menos estas Crónicas de una Emergencia Humanitaria se multiplican por cientos de miles de venezolanos que, a lo largo y ancho de la hermosa Venezuela, intentan sobrevivir día a día.
Caracas, febrero 2021