Déficit de unidades y escasez de gasolina generan caos de transporte en Táchira

Táchira, como en el resto del país, se encuentra severamente afectada por la disminución en el número de unidades disponibles para prestar el servicio de transporte tanto urbano como extraurbano. A las dificultades para conseguir repuestos, lubricantes y cauchos, los choferes de ese estado fronterizo deben sumarle el suplicio de surtir de combustible las unidades. Los conductores deben permanecer más de cuatro horas en las colas de las bombas para poder llenar de gasoil o gasolina y no siempre todas las estaciones están abiertas.

Al hacer seguimiento de algunas líneas de transporte del Estado se verifica que son pocas las unidades operando. En el caso de la Línea Unión Cordero, para el día 28 de noviembre, solo prestaron el servicio 12 de 84 unidades asociadas, es decir, 14% de la flota.

La peor parte la llevan los usuarios

Con el avanzar de los meses la prestación del servicio ha venido empeorando a pasos agigantados, comprometiendo seriamente la posibilidad de los usuarios de cumplir con sus estudios o trabajos, tal como lo evidencia la publicación del Diario Los Andes del 27 de septiembre de 2017.

En el propio casco de la ciudad de San Cristóbal es notable la ausencia de unidades de transporte, al punto de que los usuarios deben esperar más de una hora para hacer rutas urbanas.

La falta de unidades de transporte público ha convertido la movilidad del ciudadano en una verdadera odisea. Desde tempranas horas de la mañana se observan grandes aglomeraciones de personas en las distintas paradas. De acuerdo a testimonios recogidos in situ, los usuarios deben esperar un poco más de dos horas para lograr montarse en una unidad  y todos refirieron que luego de las 5 de la tarde, la situación se vuelve aún más caótica y desesperante. “Vivo fuera del municipio San Cristóbal y debo trasladarme al municipio Cordero a diario. Anteriormente podía ubicar transporte en el centro de la ciudad, pero ahora debo dirigirme hasta el terminal de pasajeros y hacer una cola inmensa para lograr volver a casa luego del trabajo” indicó un usuario que calificó  esta situación como un maltrato al ciudadano.

Otra vecina refirió el caos que se desata a consecuencia del déficit de unidades. “Hay gente que respeta la cola y vivos que se colean, los abuelitos sufren, los niños más.»

Es común ver rodar busetas con pasajeros hacinados en su interior o “colgando” de sus puertas, con el riesgo para la integridad física que eso conlleva. Así mismo, día a día se repite la escena de grupos, que luego de largas esperas, deciden caminar o se suben a camiones de particulares que no cuentan con las mínimas condiciones de seguridad.  Pero ni siquiera esos improvisados transportes son suficientes para cubrir la demanda de movilización.

Pese a la gravedad que representa esta situación del transporte público, las autoridades municipales  (pese a que es exclusiva e ineludible su responsabilidad en cuidar, proteger y ofrecer al ciudadano servicios públicos de calidad) no demuestran ni presentan soluciones a los ciudadanos que son los más afectados.

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