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Versión Final, el sobreviviente de dos crisis

El 8 de septiembre, día en que la ciudad conmemoraba el 489º aniversario de su fundación y Versión Final cumplía 10 años, la capital del estado Zulia amanecía con uno de los apagones más extendidos de 2018 y el diario de Carlos Alaimo era el cuarto medio impreso de la región que ya había cesado su edición en papel.

Por Jesús Urbina Serjant

Maracaibo y Versión Final nacieron el mismo día, 8 de septiembre. Este año ambos han alcanzado su fecha natal en duras condiciones. La capital del estado Zulia acaba de conmemorar el 489º aniversario de su fundación con una pesadilla en el servicio eléctrico. Y sin mejor suerte, al periódico que edita la familia Alaimo no le alcanzó el papel para celebrar su primera década.

La crisis económica nacional ha maltratado por igual a la ciudad y a uno de los pocos medios informativos que quedan en pie en todo el occidente de Venezuela.

Cuando Versión Final debutó, hace diez años, se presentó a los lectores con el lema “La Verdad del Panorama Regional, Nacional y Universal”, en retadora alusión a los diarios que preferían los lectores en Maracaibo para el año 2008: sus competidores locales –La Verdad y Panorama– y los rotativos de Caracas más leídos en Zulia –El Nacional y El Universal–. Cualquier lunes de aquel año, esos periódicos podían vender juntos unos 100 mil ejemplares en la segunda ciudad más poblada de Venezuela.

Solo Versión Final aportaba 20 mil copias de cada edición por entonces. En su momento de mayor apogeo, a mediados de 2016, llegó a producir 35 mil ejemplares, con lo que ya había logrado superar al diario La Verdad e inquietaba a Panorama, el más grande y antiguo medio impreso de la región.

Aquello fue un hito notable en momentos en que la circulación de los diarios declinaba en todo el país. Como fruto podrido de la política oficial de restricción al acceso a al papel periódico, ejecutada desde el Complejo Editorial Alfredo Maneiro (CEAM), 86 diarios regionales habían sufrido el abrupto recorte de 40% en la asignación de su insumo fundamental y 5 de ellos dejaron de circular ese mismo año, causando la declaración de emergencia de la Cámara Venezolana de Prensa Regional (Cavepre).

No es que Versión Final estuviera en el margen de error de las estadísticas de violaciones a la libertad de expresión por falta de papel. Ese diario marabino era el único de los medios zulianos que aun apostaba por presentar novedades a su público: el fresco diseño con el que renovó sus 40 páginas en formato tabloide fue un acierto editorial desde noviembre de 2015, y la oferta de dos suplementos quincenales, (Tinta Libre y Destinos,) atrajo nuevos lectores, especialmente jóvenes y gente del sector cultural de la ciudad. Los concursos infantiles anuales “Te regalo un cuento” y “Periodistas por un día” le dieron mucho vigor a la penetración del periódico en zonas populares de Maracaibo y un sorprendente auge en las ventas de publicidad comercial.

Pero con la llegada de 2017 ya se hizo muy claro para los editores que sería imposible mantener el volumen de ejemplares e incluso la misma paginación, indicadores que empezaron a descender progresivamente hasta que el periódico llegó a salir con aproximadamente 10 mil copias diarias y no más de 20 páginas.

Versión Final aprovechó el progresivo y hasta dramático decaimiento del diario La Verdad, otrora segundo en la competencia local de impresos. El periódico que fundó Jorge Abudei en 1998 y hoy dirige Marcos Benamú ha sufrido severamente las fallas en la provisión de papel por parte del CEAM. Solamente el año pasado, La Verdad estuvo 50 días sin salir a calle, desde el 22 de octubre. Desde fines de junio, la sequía ha sido completa: el diario no ha circulado más en papel y se llevó consigo a LUZ Periódico, el semanario de la Universidad del Zulia con 120 años de historia que salía encartado en la edición dominical desde 1998.

A los otros matutinos regionales les fue peor: Qué Pasa, el diario zuliano más joven, editado por el pro oficialista vicepresidente de Cavepre, Gastón Guisandes, cesó su edición en papel el 18 de marzo de 2018. El Regional, propiedad de la familia Finol y cuya sede está en Ciudad Ojeda, dejó de imprimirse desde el 23 de diciembre de 2017. Todos estos medios, incluyendo a Versión Final, habían parado temporalmente sus rotativas entre 2014 y 2016 por la misma razón: la falta de papel periódico.

De los cinco diarios que circulaban en ediciones de papel a fines de 2017, solo queda uno: Panorama.

La Redacción inicial de VF.

Llega papel si pagan la comisión

A Versión Final le ha llegado en lo que va de 2018 un único cargamento de papel despachado desde Caracas por el CEAM. Eso fue a principios de abril, y nunca más.

La agotadora espera de bobinas encargadas al ente público que monopoliza el acceso a divisas para la compra de papel de prensa en los primeros meses del año, tuvo a la junta directiva del diario en constantes discusiones sobre las opciones para mantenerse en el negocio. El cambio de la periodicidad era el elefante en la habitación.

Tanto el presidente-editor. Calogero “Carlos” Alaimo Mancuso, como su hijo y presidente ejecutivo, Vicenzo Alaimo Domínguez, preferían esperar por noticias de la empresa estatal controlada desde su creación por Hugo Cabezas Bracamonte. En cambio, la directora general de VF, Mónica Castro, estuvo más inclinada a ver la escena realista del cada vez más postergado suministro de papel. “Ya lo intuíamos porque el CEAM había dado muestras de lo que venía”, recuerda. “Pero la decisión no se tomó inmediatamente. Yo sí la quería tomar de una vez a principios de este año y arrancar como semanario desde febrero, para estar en circulación unos meses más. Pero el grupo Alaimo decidió pensarlo un poco más y explorar la posibilidad de adquirir papel por otras vías, y al darse cuenta de que eso no era posible, se decidió que Versión Final pasaría a ser un semanario. Pero se decidió tarde porque ya quedaba papel solo para algunas semanas”.

Esa determinación finalmente la adoptaron a mediados de mayo. El lunes 21 de ese mes fue el día en que el diario apareció por última vez. Cuatro días después saldría la primera edición de Versión Final  como semanario de 16 páginas, que solo se vio en ocho ocasiones hasta la semana del 13 al 19 de julio, última vez en que los pregoneros lo vendieron en la calle. Esa edición fue un completo fiasco en ventas: se imprimieron apenas 3 mil .000 ejemplares, hubo una devolución cercana a 50 % y precariamente logró página y media de publicidad.

Hasta allí llegó el stock de papel. El absoluto vacío del galpón donde almacenaban las bobinas es una imagen que choca con el recuerdo de los tiempos en que el CEAM entregaba con regularidad y suficiencia el material para imprimir Versión Final.

Un ex empleado del periódico, que conoció de cerca los arreglos del grupo Alaimo con Hugo Cabezas para garantizar la provisión de papel desde septiembre de 2013, asegura que al menos hasta 2014 hubo “un canal abierto desde el Complejo Maneiro, pero con algunas restricciones”. Esta fuente pidió mantenerse en el anonimato por lo que habría de revelar: “Cabezas enviaba papel (a Versión Final) a cambio de mordidas”.

“Carlos Alaimo sabía manejar muy bien ese canal”, dice con suma determinación. “Incluso llegamos a tener ediciones diarias de 40 páginas diarias por durante meses. Había una suerte de acuerdo: la comisión se pagaba (por la venta de papel del CEAM), pero no seríamos blandos con el gobierno. Seríamos frontales. Alaimo manejaba así al Complejo Maneiro y nosotros, desde la Redacción, nos manteníamos firmes en nuestra línea periodística”.

En esto de la posición editorial del diario, la fuente bajo reserva dice más: “Había temas, claro está, en los que Alaimo intervenía, y empezaban las negociaciones de lo que debía ser la línea editorial. Puedo decir con responsabilidad que él dio las libertades que exigimos con importante mayoría”.

Y en cuanto a la comisión que, según el informante, pagaba VF al presidente del CEAM, hay más: “Hugo Cabezas solía aumentar la mordida al menos una vez cada tres meses. En dólares. El hombre de Maneiro solo cobraba en dólares. Hubo un período, como de un mes, en que Alaimo se retrasó con el pago a Cabezas y el papel no llegó. Se debió pedir papel prestado a periódicos aliados de Falcón para salir a la calle. (El Complejo) Maneiro castigaba con retrasos duros y ponía a parir. Pero allí iban castigos no solo por comisiones atrasadas, sino también por línea editorial”.

Nuestra fuente bajo acuerdo de confidencialidad asevera además que la negociación entre Alaimo y Cabezas incluía la obligación por parte del diario de publicar una columna periódica del presidente del CEAM. “El artículo de Hugo Cabezas, cuando lo enviaba, tenía que estar en la página de Opinión. Era regla”.

Un dato con el que se procuraba demostrar el supuesto compromiso de Alaimo
con Arias Cárdenas mientras éste fue gobernador del estado, de 2012 a 2017, era la frecuencia
de la propaganda oficial en las páginas del diario

El periodista Gustavo Ocando Álex, quien se desempeñó como jefe de Redacción de Versión Final desde junio de 2015 hasta octubre de 2017, dice que desconoce si hubo un acuerdo entre el diario y la empresa estatal proveedora de papel, en los términos expresados por el informante que aceptamos no identificar en este trabajo. Pero eso no le obsta para confirmar que el artículo con la firma de Hugo Cabezas se publicaba cada lunes: “Era una condición sine qua non. Una especie de estrategia que fácilmente calza dentro de la figura de una extorsión, de tráfico de influencias. Pero la mordida no me consta porque nosotros (la Redacción) no teníamos información percepción directa de los números, ni de transferencias o negociaciones”.

“Lo que sí pude conocer”, indica Gustavo Ocando, hoy corresponsal de BBC Mundo en Maracaibo, “es que Alaimo, cada vez que había una alerta en relación con el stock de papel, se dirigía a la oficina de Hugo Cabezas; iba a negociar, a presionar, pero las conversaciones privadas o los acuerdos entre ellos las desconozco. En algunas reuniones editoriales, sin embargo, se llegaba a sugerir que ‘había que tener contento a Cabezas’. No me atrevería a confirmar lo de la mordida, pero no me extrañaría en este contexto de corrupción pandémica de Venezuela”.

Con coimas o no, el papel periódico empezó a llegar de modo cada vez más irregular y en menos cantidades a Versión Final desde mediados de 2017. Y a fines de ese año ya era crónica su escasez. Mónica Castro, la directora general, recuerda que después del último cargamento, en abril de 2018, “no ha habido más anuncios sobre próximos embarques. La respuesta es siempre la misma: ‘No tenemos información’. La dan de manera informal, por vía telefónica”.

Igual que la gran mayoría de los impresos que aun sobreviven, Versión Final no acude a mercados paralelos para comprar el papel que ya el CEAM no le vende. Castro declara con firmeza al respecto: “(La familia Alaimo) es un grupo económicamente estable que apuesta por la comunicación, por el medio, por el negocio del periodismo, y que estaría dispuesto, como ya de hecho lo hace, a reinyectar recursos, sean en moneda nacional o extranjera, para que el periódico se mantenga. Pero la idea es contar con el acceso a los insumos y equipos en territorio nacional”.

El 13 de marzo de 2018, la falta de papel ya era crítica

La mengua de un éxito editorial

No solo fue a causa de la falta de papel que Versión Final vio acelerado su trámite definitivo hacia plataformas digitales. Aunque la directora general está convencida de que “si hubiese papel nosotros continuaríamos con fuerza”, la erosión de las condiciones materiales para garantizar la producción periodística han sido seriamente afectadas en ese medio, sobre todo a lo largo de 2017, un año que fue catastrófico para los impresos zulianos debido a la hiperinflación y la crisis eléctrica regional.

Gustavo Ocando lo describe con detalles: “Era una especie de ‘ranchificación’ del oficio periodístico en el diario luego de hacerse manifiesta la crisis. Esto se veía también en los vehículos que usábamos. Hubo momentos en los que solo contábamos con un vehículo, que era el de Sucesos; y para las otras fuentes, si acaso había efectivo en el periódico, se disponía de algún taxi para los traslados de los reporteros. Varios de los carros quedaron en pésimas condiciones y varados, lo que mermó la capacidad de investigación y la capacidad de respuesta del diario ante cualquier noticia en caliente”.

“También comenzó a fallar el aire acondicionado de la Redacción y de otros departamentos”, recuerda quien ejercía junto al editor Raúl Semprún una de las posiciones de mayor jerarquía en la Redacción. “Y esto minaba el ánimo hasta el punto de que nosotros como jefes tomamos la decisión de advertir, amenazar a la directiva que si eso no se solucionaba no se podría trabajar. No es solo la temperatura de Maracaibo, sino que esa Redacción no tiene otra clase de ventilación, ni siquiera ventanas. Al fallar dos de los tres aires acondicionados o hasta los tres, como ha ocurrido en los últimos tiempos, había que migrar con equipos y todo a oficinas pequeñas con hacinamiento de periodistas y editores”.

La capacidad del diario para responder a las exigencias de la cobertura periodística fue degradándose en los primeros meses de 2017. Lo prueba el estado en que quedaron los equipos de trabajo. El reportero gráfico Iván Ocando, quien laboró en Versión Final hasta junio pasado, contabiliza los efectos de la crisis en el departamento de Fotografía: “Teníamos los mismos ocho equipos con los que se inició el periódico (en 2008). Cuatro estaban operativos y los otros estaban dañados y arrumados”.

Aunque ese año Iván Oquendo estuvo asignado durante varios meses al grupo de periodistas del diario que trabajó en las campañas electorales de Carlos Alaimo –quien fue candidato a alcalde de Maracaibo y a gobernador del Zulia–, también sufrió las penurias que pasaban sus compañeros fotógrafos. “En los últimos meses había un solo carro y era para Sucesos. A veces nos dejaban en los sitios de las pautas y cuando podían, regresaban a recogernos. Y uno se quedaba en la calle esperando, con el equipo (fotográfico) en la mano”.

“Últimamente los fotógrafos salían a hacer sus tomas solos y a pie, a su riesgo, cerca del diario. Les decían: ‘si te van a quitar la cámara la entregáis y ya’”, agrega el ex reportero gráfico de VF.

“Sé que, como mínimo, el periódico estuvo por tres semanas este año sin periodistas en la calle porque no había carros”, asegura Gustavo Ocando Álex. “Se fue mermando la flotilla de vehículos del diario. Entre 2015 y 2016 llegaron unos carros que estaban destinados para el transporte de los equipos de trabajo, pero eso no fue así. Se desincorporaron varios vehículos para otras empresas del grupo económico (de Carlos Alaimo), lo cual nosotros criticamos. Se fueron dañando los carros del diario hasta el punto de tener que trabajar incómodos porque apestaban a gasolina y estaban muy chocados. Esos vehículos se averiaban casi a diario. A veces teníamos que rescatar a los reporteros de noche, por nuestros propios medios, cuando se quedaba descompuesto en la calle un carro del periódico”.

“Mientras estuve allí”, recuerda Ocando, “nunca se renovaron los equipos. Solicité directamente la compra de nuevos equipos fotográficos y eso no ocurrió. Tampoco los de computación, apenas unos de segunda mano. Nada de eso se concretó, precisamente porque no había acceso a divisas oficiales. El mercado paralelo de divisas era la única vía que tenía el periódico, pero hubo que jerarquizar en qué se invertían”.

Mónica Castro advierte que sí se procura el reemplazo de equipos. “Si algo hay que reponer o actualizar, se hace. Pero hay que estudiar bien la inversión, sobre todo ahora que somos semanario y los ingresos bajan”, decía antes de que el periódico dejara de circular.

“Eran constantes las quejas del grupo de trabajo de la rotativa acerca de que no se tenía repuestos, que había que desmembrar una antigua rotativa del periódico para poder adaptar esas piezas a la que estaba en uso, que no calzaban como debían. Eso era ‘emparapetar’ la rotativa en funciones con partes de la vieja. Los líquidos que se necesitan para operar la rotativa no eran de la mejor calidad.”, dice el otrora jefe de Redacción de Versión Final. Y agrega: “Éramos un tanto caníbales en esto de la tecnología. Si necesitábamos un mouse se lo quitábamos a otra computadora. También sufrimos por el servidor, por las conexiones eléctricas que fallaron en muchos momentos y por poco nos dejaban sin circulación con la versión impresa. Esto como producto de equipos que no se fueron sustituyendo porque no había la capacidad o la voluntad de invertir dólares o bolívares en los equipos tecnológicos”.

Sin embargo, según Ocando, la empresa editorial sí hizo esfuerzos por juntar recursos para asegurar la compra del papel. “Los principales esfuerzos económicos se destinaban a la compra de papel periódico, de tinta, pero en las medidas justas. El presidente-editor, Carlos Alaimo, es también un empresario en áreas como la salud, los bienes raíces y el sector hotelero, incluso fuera del país. Esto favorecía en alguna medida la inyección de fondos y recursos al diario. La subsistencia del periódico no solo era a través de la venta de espacios publicitarios, sino mediante la inyección de fondos directamente desde otras empresas del grupo económico de Carlos Alaimo”.

La directora general del periódico reconoce que el grupo Alaimo es “el sostén económico” de este medio, pero descarta la inyección de fondos en dólares: “Nos ha afectado la crisis, en primer término, en la falta de papel. Están caros los otros insumos y se hace difícil comprarlos. Es complicado mantener el negocio en hiperinflación. En nuestro caso, me atrevo a decir que nosotros intentaríamos mantenernos. Pero no tenemos que buscar recursos en el mercado paralelo de divisas”.

“Nunca hemos adquirido papel en mercados alternativos. Es mucho más caro y demasiado engorroso. Además, eso se ha venido a menos. No hay mucha gente que se arriesgue a eso”, alega también Mónica Castro.

Mónica Castro, directora de Versión Final

Si necesitábamos un mouse se lo quitábamos a otra computadora. También sufrimos por el servidor, por las conexiones eléctricas que fallaron en muchos momentos y por poco nos dejaban sin circulación con la versión impresa.

Primera crisis

En Versión Final hubo otra época de grandes dificultades, al final de su primera etapa y antes de la  venta del periódico a la familia Alaimo.

El diario fue fundado en 2008, en el contexto de la efímera bonanza económica producto del alza de los precios del petróleo venezolano. Recibió capital de accionistas robustos como Tobías Carrero Nacar, el empresario asegurador barinés que ha invertido en medios de comunicación desde hace dos décadas.

Para ese momento se afirmaba en círculos políticos la existencia de vínculos muy fuertes entre Carrero y Manuel Rosales, entonces gobernador saliente del estado Zulia después de dos períodos y candidato aventajado a la Alcaldía de Maracaibo. El fundador de Versión Final, el periodista Alexander Montilla, quien venía de ser jefe de Información de Panorama, tenía muy buenas relaciones con ambas figuras.

La inauguración del diario, el domingo 7 de septiembre, un día antes de la salida de su primera edición, reunió en su sede a Carrero, Rosales, el empresario zuliano Nepson Villalobos y Luis Miquilena, el ex poderoso ministro del Interior de Hugo Chávez Frías que presidió la Asamblea Nacional Constituyente de 1999, ahora alejado del oficialismo.

Versión Final surgió así con fuerte apoyo económico y político, signado por una temprana reputación de periódico favorable a las aspiraciones presidenciales de Manuel Rosales, líder del partido Un Nuevo Tiempo, organización que ocupaba los principales cargos públicos en el Zulia y ya dos años antes había despegado como una opción política nacional.

La firma Versión Final, C. A., se constituyó en Maracaibo el 20 de febrero de 2006 a partir de la inversión inicial hecha por Producciones ARMON, C. A., en la que participaban Alexander Montilla y la arquitecta y empresaria local de sector de la construcción María Eugenia Faría.

Manuel Rosales era el poder detrás de Versión Final

Un mes después, el 24 de marzo, VF apareció por primera vez como semanario y así se mantuvo por 116 ediciones. Luego de consolidar el equipo inicial de redactores y el espacio editorial que la publicación había conquistado, Montilla se enfocó en el objetivo del diarismo, cosa que sabía hacer muy bien después de casi 20 años en el principal rotativo del occidente.

Con un grupo de 20 editores, redactores, reporteros gráficos y diseñadores, el nuevo diario regional tomó impulso en un escenario aparentemente propicio para encontrar su propio espacio entre los impresos dominantes en Zulia: Panorama y La Verdad.

El padrinazgo de Manuel Rosales funcionó muy bien, pero el buen viento inicial a favor de VF cambió en menos de un año cuando el alcalde tuvo que enfrentar una acusación por corrupción. El 21 de abril de 2009, el diario informaba sobre el exilio en Perú de su principal mentor.

Un Nuevo Tiempo logró controlar la tempestad política y retuvo la alcaldía marabina con la esposa de Rosales, Eveling Trejo. Pero el presagio de una época difícil para el periódico se había expresado con el cerco ordenado por el presidente Chávez a sus enemigos zulianos.

Desde 2010, Versión Final se mantenía básicamente gracias a la publicidad oficial pagada por la Alcaldía de Maracaibo y el Ejecutivo del estado Zulia, este último en manos de otro dirigente de UNT, el joven gobernador Pablo Pérez.

“El diario se enfrentaba a duras restricciones para hallar papel periódico”, rememora Carlos Moreno, periodista que formó parte de la Redacción original de VF hasta fines de 2012. “La Redacción estaba casi desmantelada en medio de una crisis financiera de la empresa que ya no hallaba oxígeno. Los avisos iban en picada, la inversión que representaba Rosales y su grupo, que ya no estaban en el poder, desapareció casi por completo. El único respiro eran los avisos gubernamentales bajo la administración de Pablo Pérez en la Gobernación. Podían representar el grueso de los números que entraban por publicidad al medio. Del gobierno nacional la publicación de avisos de carácter general, llegaban poco o nada.

Pérez no logró la reelección ante Francisco Arias Cárdenas, candidato del PSUV, el 16 de diciembre de 2012, y Versión Final perdió su principal fuente de recursos.

Lo que vino después fueron dieciocho meses de dificultades financieras para el diario dirigido por Alexander Montilla, que aun logró mantener la paginación regular con escasa publicidad oficial y comercial. El periódico se las había jugado con la apuesta por un reporterismo audaz y un diseño editorial más atractivo que sus rivales, apuntalándose en el uso de infografías para capturar la atención de los lectores. Pero la circulación empezó a caer por debajo de su promedio habitual de 18 mil ejemplares, y el ritmo de descenso fue sostenido.

“El escenario era sumamente crítico adentro. Los beneficios laborales se habían ido al suelo y los recursos para hacer periodismo eran prácticamente nulos”, dice Carlos Moreno.

Un ejemplo: las ediciones de la semana en que empeoró gravemente la salud de Hugo Chávez y se conoció de su muerte y los planes para el funeral de Estado –un breve período de 5 días hasta el 8 de marzo de 2013 en que hubo la expectativa mediática general de incrementar la lectoría y las ventas–, no consiguieron facturar ni 10 % de las 24 páginas del diario en publicidad.

Durante los meses de julio y agosto de ese año, cuando se concretaban los trámites de venta del periódico al grupo económico de Carlos Alaimo, la inserción de anuncios comerciales no superaba el promedio de una página y media por día.

El 27 de agosto los propietarios de Producción ARMON, Alexander Montilla y María Eugenia Faría, formalizaron la venta de las acciones de la firma, que poseía 99 % de las acciones en Versión Final, C.A. Los compradores fueron Vicenzo Alaimo Domínguez y María Alejandra Alaimo Arteaga en representación de Bienes e Inversiones Hermanos Alaimo, C.A. Aunque el medio informativo afrontaba una severa crisis, sus estados financieros al momento de la transacción indicaban una utilidad bruta de 13 millones de bolívares fuertes, mayormente concentrada en las instalaciones y los equipos de impresión del diario. La venta de la empresa se acordó por BsF 50.000.

Montilla poseía aun 1 % de participación individual en la sociedad propietaria del periódico, por lo que permaneció en la junta directiva como director. Alaimo Domínguez se convirtió en el presidente ejecutivo de VF y nombró a su padre, Carlos Alaimo, presidente-editor.

Desde el traspaso del control administrativo sobre Versión Final, Montilla se reservó la conducción editorial y la selección y contratación del personal periodístico. De hecho, él fue quien escogió a la periodista y profesora universitaria Carmen “Loly” Áñez para encargarse de la jefatura de Redacción.

Poco después de la negociación, el 5 de septiembre, Vicenzo Alaimo anunció en las páginas de VF que la nueva junta directiva se preparaba para “la renovación de tecnologías, así como una reingeniería a gran escala, y para llegar hasta donde el mercado nos permita”. Ese mismo día el diario aumentó a 32 sus páginas, creció el número de secciones a todo color y subió el tiraje. También empezó a incrementarse la publicación de anuncios comerciales.

En la víspera de la salida del primer número del diario se reunieron en la sede  Peter Malberg (gobernador encargado de Zulia), Alexander Montilla (director de VF), el inversionista Tobías Carrero, Manuel Rosales (candidato a alcalde), Luis Miquilena y el empresario Zuliano Nepson Villalobos (primer presidente del periódico)

Para ese momento se afirmaba en círculos políticos la existencia de vínculos
muy fuertes entre Carrero y Manuel Rosales, entonces gobernador saliente del estado Zulia
después de dos períodos y candidato aventajado a la Alcaldía de Maracaibo.

El nuevo despegue

Alexander Montilla recibió el 13 de diciembre de 2013 un bolívar fuerte por cada una de sus 2.500 acciones, que representaban 1 % del capital social. Su salida de VF ocurrió diez días antes. En el cargo de director del periódico lo sustituyó Javier Muñoz, periodista que por muchos años estuvo ligado a Manuel Rosales y desde 2005 migró a las filas del PSUV, llegando a ocupar una curul por ese partido en el Consejo Legislativo del Estado Zulia.

El 9 de mayo del siguiente año quedó asentada en acta de la asamblea de socios de Versión Final, C.A., la compra de las acciones de Montilla por parte de Carlos Alaimo. Desde entonces la familia del potentado empresario ítalo-zuliano controla en su totalidad la firma editorial.

Los cinco hijos de dos matrimonios de Alaimo forman parte de las operaciones económicas del grupo, así como su segunda esposa, Vilma María Domínguez. Todos empezaron a participar en los negocios asociados al diario.

Versión Final sintió con más fuerza los cambios de conducción a partir de ese momento.

Así lo recuerda el periodista Carlos Moreno: “A principios de 2014, Alaimo ya había llevado el periódico nuevamente a 32 páginas todos los días, llegaba papel y los recursos comenzaban a recibirse. Teníamos vehículos repotenciados, personal mejor pagado. En tres meses se ejecutaron cambios y se reacomodó la Redacción·.

“Esta es una empresa familiar”, dice la actual directora del periódico, Mónica Castro. “Desde que lo compró el grupo Alaimo, la composición accionaria no ha tenido ningún cambio ni hay participación extranjera en ella. Tampoco ha habido ni se han considerado ofertas de compra de este medio. Esto le ha dado mucha estabilidad”.

El piso firme con el que la nueva dirección le aseguraba al diario un escenario de prosperidad sirvió para acelerar los ajustes que iban a potenciar su lugar en el mercado zuliano de la comunicación.

Cuando Gustavo Ocando Álex se unió al equipo editor en junio de 2015, venía de ser editor de Redacción del diario La Verdad y fue contratado justo para ocupar ese mismo cargo, acompañado por Raúl Semprún, quien regresaba como jefe de Información después de haber trabajado un par de años allá.

De inmediato se emprendió un remozamiento del diseño gráfico y se articuló una nueva plantilla de periodistas, diagramadores y fotorreporteros. La página web y el manejo de las publicaciones informativas en redes sociales respiraron también los aires de cambio en la empresa.

Ese período de crecimiento cualitativo, acompañado de mejoras en las ventas y en la captación de publicidad, se extendió hasta que la situación económica nacional y los planes políticos de Carlos Alaimo lo permitieron. La hiperinflación y las campañas electorales del presidente-editor llegaron casi juntas, en los últimos cuatro o cinco meses de 2017. Sus efectos detuvieron el auge de Versión Final y comprometieron su futuro.

El grupo Alaimo compró Versión Final

Prioridades mezcladas

“Se fue haciendo notoria la crisis con el paso de los meses. Los principales esfuerzos económicos se destinaban a la compra de papel periódico, de tintas y planchas, pero en las medidas justas. No teníamos mayor stock ni ahorro, y esto fue en detrimento de otros temas clave para el diario, como en el caso de los sueldos de los periodistas, que si bien siempre hubo un esfuerzo claro de Carlos Alaimo para ajustar más frecuentemente que otros periódicos, eso se hacía insuficiente en medio de la crisis”.

“El tema eléctrico nos pegó duro, primero por la crisis del servicio en toda la región. Había una planta que afortunadamente funcionó en 95% de las oportunidades. Cuando no se activaba, un mero mantenimiento servía para activarla de manera efectiva. Pero teníamos problemas con las instalaciones eléctricas internas, lo que afectaba a los servidores y a la conexión a Internet, que fallaban por la avería y el deterioro de esas instalaciones”.

Así resume Gustavo Ocando la situación del diario en la segunda mitad de 2017. En ese tiempo, Alaimo se entregaba a impulsar su propia organización política, Pasión por Maracaibo, que luego se convertiría en el Partido de los Independientes del Zulia (PIZ). El foco del médico, empresario y editor era la creación de una red de apoyos regionales que amparara su postulación para el cargo de gobernador del estado Zulia, en los comicios de octubre de ese año.  

Su grupo familiar estaba más dedicado a los otros negocios, especialmente la clínica Sagrada Familia y las inversiones en Aruba y en el estado de Florida (EE.UU.). El periódico recibía recursos financieros de los demás emprendimientos económicos, pero Alaimo usaba personal y bienes de Versión Final para la actividad proselitista en apoyo a sus candidaturas.

La hiperinflación y las campañas electorales del presidente-editor llegaron casi juntas,
en los últimos cuatro o cinco meses de 2017. Sus efectos detuvieron
el auge de Versión Final y comprometieron su futuro.

El poder político marca otra vez a Versión Final

Bajo los efectos de la crisis económica y social y la creciente escasez del papel periódico, aquello incidió significativamente en el equilibrio del diario por primera vez desde que los Alaimo lo adquirieron.

La paulatina paralización de Maracaibo por la falta de unidades de transporte público y la debacle del servicio eléctrico en la región, limitaron la capacidad del personal para atender sus obligaciones en el periódico.

El beneficio de transporte para los trabajadores durante las guardias en horarios críticos se ha vuelto una tarea complicada desde enero de 2018. “A veces buscamos al personal con los vehículos del periódico”, aclara Mónica Castro. “Hay transporte temprano y nocturno, salvo de 8 de la mañana a 5 de la tarde”.

Los salarios del personal, que habían sido ventajosos en comparación con otros diarios de la región, se estacionaron en los niveles mínimos decretados periódicamente por el gobierno nacional. Las renuncias frecuentes de periodistas y empleados de otros departamentos obligaron a la gerencia de VF a plantear bonificaciones extraordinarias en los casos del personal más necesario.

“A algunos que quedaron después de las renuncias masivas que hubo, les pagaron con dólares. Incluso a los que renunciaron también”, cuenta el fotorreportero Iván Ocando. “Pero sobre todo al equipo de periodistas. Lo mínimo eran 10 dólares”, aparte del sueldo. Una fuente interna que no aprueba la divulgación de su identidad en este trabajo asegura que el pago de $10 en efectivo solo se efectuó en abril de este año.

Los costos de la línea editorial

Carlos Alaimo fue consuegro de Francisco Arias Cárdenas. Su hija María Carolina, del matrimonio con Vilma Domínguez, estuvo casada hasta 2007 con Jesús Javier Arias Fuenmayor, hoy embajador de Venezuela en Costa Rica.

Esa relación sirvió para el voceo de rumores entre los críticos del presidente-editor de Versión Final, que lo ligaban políticamente al ex gobernador y les hacía dudar de su presentación como opositor al chavismo.

Un dato con el que se procuraba demostrar el supuesto compromiso de Alaimo con Arias Cárdenas mientras éste fue gobernador del estado, de 2012 a 2017, era la frecuencia de la propaganda oficial en las páginas del diario. El precedente de la etapa anterior de Versión Final, que evidenciaba una relación especial de Manuel Rosales y Un Nuevo Tiempo con el periódico, funcionaba muy bien para presumir que el ex comandante del 4F también recibía un trato preferencial del diario bajo la línea editorial del grupo Alaimo.

Aunque abundaban los anuncios pagados por el Ejecutivo regional, la publicidad oficial también provenía de los gobiernos municipales, incluyendo el de Maracaibo bajo la administración de Eveling Trejo, de UNT. “Había un alto porcentaje de publicidad o propaganda oficial, por ejemplo de la Alcaldía de San Francisco, entonces ocupada por el actual gobernador, Omar Prieto (PSUV); y de alcaldías como la del municipio Mara, también chavista. Siempre se nos recordaba que esos eran los principales clientes, y esto también afectaba en la línea editorial”, plantea el ex jefe de Redacción Gustavo Ocando.

“La presencia de anuncios de organismos públicos siempre ha estado en Versión Final”, apunta Mónica Castro. “Puedo decir que desde que el doctor Alaimo compró y asumió el periódico en septiembre de 2013, mayores presiones no ha habido. Hemos trabajado relativamente con libertad. Titulamos como queremos, investigamos lo que queremos y se escribe lo que se quiere”.

“Hubo presiones, advertencias a través de terceros, de actores políticos, de un manejo más cuidadoso de la política editorial en temas sensibles como la política, la economía, de algunos grupos sociales”, asegura Ocando. “Internamente esto provocaba una batalla en defensa del libre periodismo que siempre procuramos tener. Recuerdo un caso emblemático: el de los sobrinos de la pareja presidencial. Fuimos uno de los dos periódicos que en Venezuela abrieron con la noticia al día siguiente de conocerse la detención. Eso demostró valentía no solo del equipo periodístico, sino también de la gerencia editorial del diario. Había una convicción política del editor de resistir las presiones”.

“Sí hemos recibido quejas”, advierte la directora general de VF. “A veces de organismos públicos, porque no ven suficiente información de su área, de sus instituciones. Tampoco ha habido amenazas, y si las hubo contra alguno de los propietarios, realmente lo desconozco”.

Gustavo Ocando agrega que el trabajo informativo tampoco le ocasionó problemas legales a los dueños del diario, al menos en los dos años en que se desempeñó como jefe de Redacción. “No recuerdo sanciones, multas o conflictos, más allá de derechos a réplica que particulares exigían, muchos de ellos con razón. Fue una de las batallas que dimos, sobre todo en la fuente de Sucesos, de abandonar la ligereza con la que a veces escribíamos. Eso trajo como consecuencia la publicación de réplicas en número altísimo y muy frecuente”.

La directora general coincide parcialmente con ese balance: “No hemos recibido ningún tipo de multa ni algo que llegara a demanda. Eventualmente por alguna publicación ha venido al periódico algún grupo o personas que se hayan visto afectadas porque se emprendió alguna investigación que consideran que no fue tratada adecuadamente, o que se revele una cara de la información que quizás no han encontrado allí. Pero no ha sido frecuente”.

Pero los riesgos de ejercer el periodismo en el marco de la indefensión general que se sufre en Venezuela sí han tenido efectos peligrosos para la gente de Versión Final. “Lo de la seguridad personal fue trágico por dos eventos que pusieron de manifiesto lo vulnerables que éramos. El principal de ellos fue el atentado que sufrimos el año pasado, cuando lanzaron una granada al estacionamiento del diario y se incendiaron completamente cuatro vehículos. Uno de ellos era propiedad del periódico y se usaba para el traslado de los equipos de reporteros en la cobertura periodística; otros dos, y esto es una baja muy dura y sensible que en lo anímico nos devastó, eran los carros de nuestro jefe de Información, Raúl Semprún, y del jefe de Investigación, Neiro Palmar, quienes perdieron sus vehículos en ese atentado, que todavía está en investigación y que descarto que fuera un atentado político, como se quiso en algún momento infelizmente plantear”.

Además del acto terrorista del 29 de agosto de 2017, Ocando trae el recuerdo de un hecho violento del que fueron víctimas Carlos Alaimo y numerosos trabajadores de VF: “El otro episodio, ocurrido antes, fue cuando la camioneta del presidente-editor del diario resultó baleada por efectivos de la policía regional, el Cuerpo de Policía Bolivariana del Estado Zulia (CPBEZ), y hubo un herido que era el acompañante en ese momento de Alaimo, quien se refugió en uno de los baños del periódico. Había personal activo en nuestra sede, estábamos todos. Alaimo fue a refugiarse en la Redacción, los policías ingresaron tras él”.

La Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Gobernación explicó que una patrulla de agentes motorizados del CPBEZ  confundió el vehículo de Alaimo con el de unos sospechosos en fuga, y le disparó numerosas veces durante una aparatosa persecución que habría de terminar al interior de la sede de Versión Final.

La directora del periódico asegura que los dos eventos relatados por Ocando “no están muy claros, pero tuvieron que ver con hampa o situaciones de orden público”, y afirma que la inseguridad afecta más a VF “cuando los periodistas están en la calle”.

¿Al futuro por inercia?

El periódico no parece ser su principal interés económico, pero el grupo Alaimo se ve ajeno a la intención de desprenderse de un medio informativo como Versión Final. De hecho, Carlos Alaimo mostró en 2016 el interés por expandir su presencia en el sector de la comunicación al adquirir la mayoría accionaria de América de Televisión (ATEL), un operador regional que permanece inactivo desde hace cinco años conservando intacta su infraestructura de producción y transmisión.

“En cuanto a ofertas de compra, estoy casi seguro de que no hubo. No tenían intenciones de vender el diario”, dice Ocando y lo confirma Castro: “No ha habido ofertas de compra”.

Aun sin edición en papel cuando la empresa informativa arriba a su décimo aniversario, Versión Final recorre el camino de docenas de medios impresos que se vieron forzados a anidarse en Internet y en la multiplicación de formatos a través de las redes sociales más populares: Twitter, Instagram y Facebook.

No resulta fácil el tránsito porque, como le ocurrió a El Impulso o al Correo del Caroní, Versión Final  fue empujado al cambio sin un plan de adaptación y sin una clara oportunidad de negocio.

Mónica Castro, consultada antes del cese de la edición semanal, percibía el desconcierto del público acostumbrado a consumir el periódico en papel: “Hemos descubierto que el lector tenía preferencias por el diario, más que por el semanario. No termina de adaptarse. No por el contenido, no por la forma, ni siquiera por el precio. Creo que se acostumbró tanto a la periodicidad diaria, que no entiende porqué VF está como semanario”.

“Hay lectorías distintas para las versiones de papel y digital”, explicaba la directora general. “Hay un público que sigue prefiriendo el impreso. Lo mismo pasa con los anunciantes. Hay unos que mueren con el impreso y otros que prefieren aparecer en redes sociales y tener un banner superior o lateral en la web”.

Pero más allá del apego a la forma tradicional del periódico, prevalece la opción por continuar en el mercado: “Claro que podemos migrar enteramente al formato digital. Hay que hacer ajustes en términos de personal, del uso de la tecnología, del uso de espacios, de horarios. Hay que hacer una reconfiguración para que el negocio se mantenga desde el punto de vista económico y editorial. La idea es mantenerse, seguir informando, tener un medio de comunicación, hacer periodismo. Reinventarse”, afirma convencida Mónica Castro.

Una meta de plazo indeterminado en la reconfiguración forzada de este medio informativo es la integración de plataformas, según la directora. “Con ATEL”, la televisora comprada por el grupo Alaimo, “lo que tendremos es televisión web de Versión Final”.

El reto de la transformación digital del periódico deberá tener en cuenta la estabilidad de la conexión a las redes de datos, un asunto que preocupa a toda gerencia informativa en un país que está empozado en el último lugar de la conectividad en el continente americano. “Tenemos dos proveedores de acceso a Internet”, dice la directora. “Si falla uno, tenemos el respaldo del otro. Sin embargo a esas compañías las afecta la crisis eléctrica. Esto es una cadena, pero graves problemas no hemos tenido”.

Precisamente el mayor malestar de todo el estado Zulia es la luz. Aunque Castro asegura que ante el impacto de la crisis eléctrica, en Versión Final “nos hemos blindado y no hemos tenido que salir corriendo”, dos semanas antes del aniversario del periódico se dañó la planta de generación de energía que lo protegía de los frecuentes blackouts que ocurren en Maracaibo, castigada como está por la peor crisis eléctrica en la historia contemporánea de Venezuela.

El 8 de septiembre, día en que la ciudad conmemoraba el 489º aniversario de su fundación y Versión Final cumplía 10 años, la capital del estado Zulia amanecía con uno de los apagones más extendidos de 2018 y el diario de Carlos Alaimo ya había sobrevivido a dos crisis. ¿Cuál es el próximo avatar?

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